domingo, 4 de octubre de 2009

Ser republicano y católico

Hace poco vi la película La buena nueva, de la directora española Helena Taberna. El filme presenta el caso de un joven sacerdote enviado a un pueblo socialista a principios de la guerra civil. Este párroco se enfrenta con sus superiores religiosos sobre el papel de la Iglesia en la guerra, y defiende a las mujeres viudas de republicanos fusilados. La historia tiene base en la realidad, según comenta la propia directora en el sitio oficial de la película:

La Buena Nueva es una película de ficción, pero está basada en la biografía de un familiar mío, Marino Ayerra, que llegó a hacerse cargo de la parroquia de Alsasua el 16 de julio de 1936. Es una historia que conocí siendo niña y que me impresionó mucho por el misterio que rodeaba a los temas relacionados con la guerra. Las mujeres de mi pueblo a menudo se me acercaban agradeciendo enormemente lo que Don Marino, al que yo no conocí personalmente, había hecho a favor del pueblo.

La película ofrece una revisión del típico religioso corrupto y sin conciencia que tantas veces se ve en el cine sobre la guerra civil. Pienso, por ejemplo, en la figura de Salvador en Los girasoles ciegos o en los curas de La mala educación, entre muchos otros. Creo que es necesario evaluar el papel de la Iglesia en la guerra, y opino que tiene el deber de pedir perdón por su estrecha relación con la represión franquista -- la censura, las detenciones, la tortura, el encarcelamiento y los fusilamientos. Pero para el periodista Daniel Arasa, autor de Católicos del bando rojo, también es necesario conocer el caso de católicos que luchaban contra Franco, católicos que apoyaban la causa republicana.

De: El Plural (1.10.09)

El periodista Daniel Arasa rompe clichés de la etapa franquista en la presentación de su nuevo libro

Había un número importante de católicos en el bando republicano

LUIS MARCHAL

El periodista Daniel Arasa rompe clichés de la etapa franquista en Católicos del bando rojo (Styria). Ahí desmiente el tópico de que todos los católicos apoyaron a Franco en 1936. Lo hace con datos concretos, con la historia de más de 50 personas destacadas que fueron fieles a la República sin abandonar su condición de católicas. El presidente de Unió Democràtica de Catalunya, Josep Antoni Duran i Lleida, lo presentó ayer, puesto que algunos de los protagonistas del nuevo libro fueron de su formación política.

El Papa pidió clemencia por el general José Aranguren, pero éste fue fusilado en abril de 1939 tras haber confesado y comulgado. Estaba al frente de la 5ª Zona de la Guardia Civil (Cataluña) al producirse la sublevación en julio de 1936. Mantenerse leal al Gobierno fue su pecado.

Aranguren es una de las personas con firmes convicciones católicas cuya dramática historia aparece en Católicos del bando rojo. En él, sobre todo hay presencia de militares, de curas y de dirigentes políticos. Nombres y apellidos que no son fáciles de identificar, porque es difícil conseguir testimonios y documentos que demuestren la existencia de estas historias. Arasa anunció ayer que está preparando un segundo volumen con más casos.

No repetir los errores
Tanto Duran i Lleida como Arasa coincidieron en la presentación en que conocer la historia facilita no repetir los errores del pasado. “El de Arasa es un libro muy necesario en una sociedad que ha tenido la costumbre de reescribir la historia según quien gobierna”, elogió el portavoz de CiU en el Congreso de los Diputados.

Historia en vez de apología
Una característica sobre la que incidió el político catalán es que “Arasa ha hecho historia donde otros han hecho apología”. No citó ejemplos, aunque entre ellos se encuentra el revisionista Pío Moa.

Maestra de la vida
“Es importante que el acercamiento a nuestra historia más trágica se pueda practicar desde la mayor objetividad posible; deshaciendo entuertos, rebajando mitos, acercándonos a la realidad de los hechos, para convertir la historia en maestra de la vida y no en causa de nuevos enfrentamientos”, añadió Duran i Lleida. En ese sentido, pidió que la memoria histórica esté “en manos de los historiadores y no de los políticos”.

De Unió
A continuación, Duran i Lleida habló de Manuel Carrasco i Formiguera, quien fue fusilado por Franco. “Unió Democràtica de Catalunya nació en 1931 como un partido asentado en profundos valores católicos”. Carrasco intervino en la fundación en nombre de Acció Catalana. Al iniciarse la Guerra Civil, el partido apoyó a la Generalitat y al Gobierno de la República. “Carrasco tuvo que huir de la zona republicana. Después fue apresado por los sublevados y ejecutado”.

En todos los bandos
Tras la intervención de Duran i Lleida, Arasa tomó el testigo. “Hubo católicos en todos los bandos”, sentenció. Después, explicó que “la Iglesia católica no se sublevó, no intervino para nada en el alzamiento”. Sí que más adelante “se puso al lado de un bando”, como consecuencia de la “persecución” a la que se vio sometida.

Comentario de extrema derecha
Sin duda, el libro de Arasa no estará exento de polémica. El autor lo sabe. De hecho, ya ha recibido a través del correo electrónico mensajes de personas con diferentes ideologías. Leyó en público varias de las opiniones que ha recibido. Una decía: “Los católicos que apoyaron al bando republicano durante 1936 fueron, como mínimo indirectamente, colaboracionistas por participar voluntariamente en la defensa de un sistema político que decidió exterminar a la Iglesia de forma clara y notoria”. Un comentario que Arasa calificó de “extrema derecha”.

Buscar la verdad
“Lo importante no es si el libro es polémico o no, sino buscar la verdad”, concluyó Arasa. Este periodista, que fue redactor jefe de Europa Press más de 20 años, dejó claro que al publicarlo pretende “reconciliación, perdón y conocer la verdad”.

Familiares presentes
El acto tuvo lugar en la universidad católica CEU San Pablo, en Madrid. Precisamente, Arasa es profesor en Barcelona de la Abat Oliba CEU. A la presentación también acudieron algunos familiares de los protagonistas de Católicos del bando rojo. Los de Lluís Lúcia, de la Derecha Regional Valenciana, denunciaron que su memoria “fue tapada por Franco”. Aunque a Lúcia se le conmutó la pena de muerte, “fue testigo de ejecuciones desde la cárcel de Barcelona donde estuvo recluido” y “fue condenado a la pérdida de memoria”. Incluso “se sustituyó su nombre de las fotografías en las que aparecía para que desapareciera de la historia”.

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