jueves, 21 de julio de 2011

II. "Gernika is not Spain" - parte I

El 19 de mayo de 2011, salí temprano de Madrid para Bilbao. Fui en autobús, y el viaje me llevó aproximadamente 5 horas en total. Siempre me ha gustado el sistema de transporte en España y tiendo a usar los autobuses cuando dispongo de un poco de tiempo. Nunca he tenido una mala experiencia yendo en autobús, y además, se ve mucho. Por otra parte, ojalá el transporte en EE.UU. fuera así de fácil y barato. Me parece totalmente irracional la decisión reciente de muchos gobernadores estatales de negar fondos federales para construir ferrocarriles que conectarían diferentes estados. Cuando me encuentro fuera de EE.UU., siempre me llama mucho la atención nuestra dependencia del coche.

Nunca había estado en el norte de España, y para este viaje, ya había decidido visitar lugares desconocidos para mí. Fui a Bilbao porque pensé que serviría como un buen punto de partida para una excursión a Gernika. De hecho, a excepción de Madrid, todas las ciudades en que me quedé -- Bilbao, Pamplona y Zaragoza -- tenían una función similar: estuve en Pamplona para poder el fuerte de San Cristóbal, y en Zaragoza para desplazarme a Belchite. De paso, pude conocer un poco mejor el país.

Antes de considerar el viaje a Gernika, leí mucha información turística que decía que no valía la pena o que no había "nada que ver." Pero por alguna razón, no hice caso y al final me alegré mucho de haber podido visitar al Museo de la Paz y decir que estuve en Gernika. Como profesora, siempre he creído que es mejor intentar ver en persona lo que uno enseña. Después de tantas veces explicando la historia del bombardeo de Gernika y el cuadro de Picasso, quería poder apreciar in situ la identidad del pueblo. Por supuesto, no fui pensando que iba a ver restos de 1937, pero sin duda, es un lugar emblemático de la guerra civil, cuya tragedia se sigue citando, lamentablemente, en la actualidad.

En Bilbao, cogí un autobús a Gernika, que me costó 2.35€, unos 4 € más barato de lo que había visto en internet. El viaje nos llevó una hora y pasó por unos paisajes de un verde impresionante. Cuando llegamos, me perdí casi en seguida. No tenía ni idea de adonde ir: no tenía mapa, porque pesné que sería muy difícil perderme en un pueblo de tal tamaño. Me puse a caminar, subiendo una cuesta y parando a varias personas para preguntarles cómo llegar al Museo de la Paz. Cuando vi que llegaba a un barrio, sabía que había ido demasiado lejos y fui bajando, donde saqué esta foto, que anuncia la entrada al pueblo:
Bajando la cuesta, y cruzando por un parque, encontré a mi derecha el Museo de la Paz, pero solo después de haber entrado en otro museo. Soy un desastre total cuando viene a saber orientarme a pie. Debí haber traido una brújula. Antes de entrar en el museo, vi pintada en la fachada de la catedral una graffiti en inglés que decía "Gernika no es España."
Supongo que hay muchas interpretaciones para este comentario en rojo, y contemplé un rato las intenciones del grafitero, especialmente porque decidió comunicar su mensaje en inglés. Sin duda quería decir otra cosa, pero lo traduje algo así como, "lo que ha pasado aquí no necesariamente es representativo del país." No sé si se refiere a la denominación de "Ciudad de la Paz," o a la manera en que Gernika ha asumido su pasado, pero sus palabras se quedaron conmigo el resto del día, casi como un aviso.

Había quedado para comer con un amigo de un amigo a las 13:15, y cuando llegué al museo ya eran las 12:30. Pagué la entrada y bajé a ver primero -- dejando el resto del museo para después -- la exposición fotográfica "Cartografías silenciadas. Espacios de represión franquista," de Ana Teresa Ortega. Este componente de mi visita era un plus, porque no sabía que tenía lugar en el museo y sin duda, se relaciona muy bien con todo lo que me interesa personal y profesionalmente. La exposición, que terminó el 12 de junio, se describe así en el folleto:
En esta exposición, Ana Teresa Ortega nos presenta los resultados de un trabajo donde, a la capacidad y la fuerza artística que caracterizan su obra, se une ahora una exhaustiva investigación en diversos archivos en busca de las huellas gráficas de los espacios y edificios que se convirtieron en lugares de represión y encarcelamiento en manos del franquismo durante décadas. Investigaciones, por cierto, que en esta exposición ponen de relieve la vertiente documental que tienen la imagen fotográfica.
Estas son algunas de las fotos que saqué, para ver cómo se organizaba el proyecto (aquí se pueden ver 2 videos breves del Museo de la Paz en YouTube - parte 1, parte 2):
Cartel a la entrada de la exposición



"Cartografías silenciadas" es una serie de fotos que, al observarlas superficialmente, no parece contar ninguna historia en particular. Si el espectador contempla las fotos desconociendo su tema, va a ver paisajes abiertos, edificios de piedra gris, faros, puentes, plazas de toros, escuelas y conventos, monasterios y seminarios esparcidos por toda España. En ninguna foto hay evidencia de la historia brutal de estos lugares, y, a menos que el espectador los conozca ya, tendrá que leer cuidadosamente la leyenda de cada foto. Estéticamente, las fotos forman un conjunto por su uso de colores oscuros, la falta de personas y un sentido general de silencio, frialdad y olvido. Aun así, el objetivo de la cámara parece captar el horror de algo que no se habla -- y más que eso, la facilidad asombrosa con que estos lugares parecen existir en un presente continuo, sin reconocer públicamente lo que eran. Por ejemplo -- y es posible que la mayoría de los lectores de este blog ya sepan este detalle, no lo sé -- la cárcel de Málaga, que en su época era la prisión de mujeres donde el doctor Vallejo-Nájera conducía sus experimentos, es hoy ¡UNA ESTACIÓN DE POLICÍA! Después, aquella tarde, volví a ver la exposición acompañada por una persona que lleva unos 10 años trabajando en las fosas del franquismo. Le dije que ver esta foto en particular me hizo pensar en la ESMA en la Argentina, que en 2007 se convirtió en un Museo de la Memoria. Le pregunté que si podía imaginar algo parecido en España, pero me dijo que en España preferirían derrumbar el sitio antes que tener que reconocer su pasado.

Durante la visita a esta exposición, igual que después cuando fui al fuerte San Cristóbal y Belchite, me sentí enfadada con la falta de reconocimiento oficial demostrado a estos lugares. No debió de extrañarme tanto, porque ya sabía que era así, pero ver tantas fotos juntas, todas contando una historia similar, subrayó lo siguiente: primero, es necesario saber de la existencia de estos lugares antes de poder reconocerlos con placas u otros símbolos. Si uno pasa todos los días un lugar que era un campo de concentración, pero no lo sabe, ¿qué posibilidades hay de aprender del pasado histórico? El Instituto de Miguel de Unamuno, en Madrid, era una cárcel durante la guerra. Este colegio figura en una de las fotos de Ana Teresa Ortega (imagen 11 de 46 en la web de la exposición citada antes). En la web del colegio, solo dice que "durante la guerra civil, se dedica por unos años a otras funciones (cuartel, hospital, cárcel etc.)."

Es interesante que se exhibieran estas fotos en un lugar como Gernika, y en un museo como el Museo de la Paz. Cuando uno dice "Gernika," se sabe exactamente de qué habla -- o un pueblo derruido por aviones alemanes, o un cuadro hecho para representar la violencia pura de aquel día. Pero obviamente, este es un pueblo que no vive atrapado en su pasado, sino que ha trabajado durante décadas para salir de él, pero sin olvidar nunca abril de 1937. Volviendo a "Gernika is not Spain," quizá se puede deducir que los esfuerzos por seguir adelante en Gernika no reflejan lo que ha pasado en el resto de España cuando se trata de la memoria histórica. Es verdad que solo estuve en Gernika unas 7 horas, pero el plan del museo me impresionó por su manera de visualizar el concepto de la paz y la reconciliación. Dicho eso, exhibir las fotos de Ortega precisamente aquí ha de hacernos pensar en la posibilidad de los documentos visuales para identificar y re-construir un lugar.

Es difícil imaginar oficialmente identificados todos los sitios en las fotos de Ortega. Y si lo fueran, ¿qué significaría representar el pasado reciente de España?  Tal vez, el mayor atributo de las imágenes es la manera en que nos desafían a re-examinar lo que antes nos parecían espacios tranquilos, inofensivos o neutrales del paisaje. Los desaparecidos que salen de las fosas son la evidencia humana de la crueldad de la represión -- las fotos y los documentales hacen visible el poder de la violencia ejercida tantos años. Los lugares fotografiados por Ortega también contribuyen a una representación visual del pasado franquista que aun no se encuentra en muchos libros de historia.

En el próximo post hablaré más concretamente sobre el Museo de la Paz y, en particular, su exhibición sobre Guernica.

4 comentarios:

Carmela dijo...

"Los desaparecidos que salen de las fosas son la evidencia humana de la crueldad de la represión -- las fotos y los documentales hacen visible el poder de la violencia ejercida tantos años. "

Me emociona pensar que lo que investigas (" in situ" )y escribes quedará impreso para las generaciones venideras.
Descorres los velos y dices no al olvido que pugna por instalarse.

Leyéndote recordé a Hemingway ( nació un 21 de julio como hoy ).Y recordé "Por quién doblan las campanas".Los exiliados leían su obra y la comentaban conmovidos.

Gracias por tu trabajo.Un tributo a la Memoria Histórica.
Un abrazo.

De un bilbaíno que vive en Pamplona dijo...

Sólo quiero hacer una pequeña puntualización sobre una de las cosas que describes, con el ánimo de intentar ajustarnos más a la realidad.

No creo que la pintada "Gernika is not Spain" hiciera referencia a un deseo de desligar la responsabilidad o la imagen de un pueblo con pasadas actuaciones tales como un bombardeo sobre población civil.

Más bien, creo que el graffiti era una expresión mediante la cual se quería hacer llegar a lxs visitantes extranjerxs (por eso de que está escrito en inglés) los deseos de ese pueblo (guerniqués, vasco) de reivindicación nacionalista y de independencia con respecto a España.

De todas formas, las interpretaciones son eso: interpretaciones. Aunque la realidad venga a ser en torno a una.

engrama dijo...

Es muy interesante que este post haya generado tanto interés por las especulaciones breves sobre la pintada de "Gernika is not Spain." Hace mucho tiempo recibí un comentario anónimo (el que decidí no publicar por su tono desagradable y el hecho de que fuera anónimo) muy similar en su contenido al del "bilbaíno que vive en Pamplona." Sin duda, mis intentos en aquel post de 2011 de interpretar la pintada fueron muy erróneos y ahora, me parece muy obvio lo que me han planteado los lectores desde España. Espero que perdonen mi ingenuidad (?) o falta de conciencia de los asuntos vascos cuando escribía aquel post. El viaje que hice en mayo de 2011 era un viaje explícitamente diseñado para investigar temas de la GCE y la posguerra. A veces, cuando uno está respirando y viviendo un tema de investigación que le apasiona, es lo único que se puede ver.

Gracias, bilbaíno, por tu comentario.

Un saludo cordial desde Iowa.

Kathy

manuel dijo...

Visité con mi mujer el Pais Vasco hace unos 30 años, jóvenes, y recuerdo dos experiencias:

1) la sonrisa y el sonido “Ongi etorri” (bienvenidos) de nuestro amigo vasco y de su amiga al encontrarnos. Y de sus amigos. Adorables.

2) la visión de mi coche abollado aparcado unas horas antes en Gernika. Soy gallego y se notaba en la matricula del coche, aunque no me quejo, porque, por otro lado, sirvió para estar contra una pared en la carretera detenidos “muy poco” tiempo, una horrible noche, no me quejo, pero ocurrieron esas cosas y muchos policías son gallegos.

Por tanto, me encuentro inclinado a pensar que “Gernika is not Spain” es:

1) Queremos una Nación Vasca Independiente.

2) Los "españoles" no nos quieren, nos maltratan.

Ambas cosas las entiendo lógicamente relacionadas.

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