sábado, 4 de abril de 2009

"Los años del verdugo" - una "blogonovela" de Mauro Eiroa

El verano pasado leí un par de novelas que se enfocaban en la infancia bajo el franquismo - El viento de la luna, de Antonio Muñoz Molina, y El mundo, de Juan José Millás (en algún lugar leí que el libro de Millás es más bien una "novela autobiográfica"). Las dos novelas reflexionan sobre lo que significaba ser niño del franquismo, y lo hacen desde una perspectiva muy masculina (no estoy decidida de cómo impacta este dato los libros, pero de momento creo que importa) -- o lo que pensamos que es o ha de ser "lo masculino." Personalmente me gustó más la de Millás, aunque la de Muñoz Molina también tiene sus méritos.

foto del autor: P. Carroto,
Público.es

Hoy he leído de una nueva novela, Los años del verdugo, de Mauro Eiroa (hijo del escritor fallecido Isaac Montero) que cuenta desde los ojos de un niño la vida durante el tardofranquismo. La novela apareció por primera vez en el blog del autor (por desgracia, aún no lo he podido encontrar) y por eso ya se ha tachado de "blogonovela." Según el sinopsis de la editorial:

"A comienzos de los setenta, la vida de un niño como Manu transcurre entre la casa, el barrio y el colegio sin grandes sobresaltos, hasta que un día caen las primeras nieves y, con ellas, su mundo y el de su hermano Jonás, el Microbio, se pone cabeza abajo. Desde la perspectiva fragmentada y miope de los doce años, su mirada se revela como una vía insospechada para comprender la enigmática vida adulta y encajarla en la suya: los amigos, el matón del colegio, las batidas por el descampado, la administración de las pagas, los juegos..."

Es interesante que la descripción de la editorial presente la novela como cualquier otra historia de aventuras de niños, mientras que en los artículos de prensa el enfoque parece tener más que ver con lo que eran los últimos años de la dictadura. Además, con la palabra "verdugo" en el título, lo primero que a mí me ha venido a la cabeza es la película de García Berlanga, "El verdugo." No he leído la novela, así que no sé cómo aborda el tema de la dictadura, pero se me ocurre que la editorial 451 - como muchas otras - desea evitar la conexión con novelas "de la GCE y el franquismo" puesto que está claro que mucha gente está cansada de estos temas. Leamos, por ejemplo, los comentarios de algunos lectores del artículo en Público:
  • ¡Una novela sobre la Guerra Civil!. Qué novedoso, seguro que va a ser un éxito de ventas.
  • La Guerra Civil/Holocausto/Franquismo/... vista a través de los ojos de un niño. Para mi que esto ya lo he visto demasiadas veces. Aburren.
  • Joder con el franquismo. Es evidente que la literatura española no se va a recuperar nunca de la asquerosa dictadura, lo que equivale a decir que nunca volverá a ser creativa. Una pena.
Para mí es triste que las primeras reacciones de los lectores tengan que ser así, aunque supongo que entiendo por qué: muchos críticos y escritores ya han comentado la "inundación" de literatura sobre la GCE y el franquismo, y han esperado ver una conclusión a esta temática. Sólo hay que pensar en el título que puso a su novela el escritor Isaac Rosa -- ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil española! -- para ver evidencia de esto. Incluso ha habido algunos que han comentado que estamos viendo últimamente una reducción del número de libros publicados sobre la guerra y el franquismo durante la "ola" del movimiento memorialista en España. No estoy segura que podamos dar por terminadas estas novelas, y deseo que, en vez de criticar su presencia, habláramos de por qué aún hay necesidad de sacarlas a la luz.

Creo que es significativo que dentro de los últimos años estemos viendo novelas que, o se cuentan por niños, o reflexionan sobre la infancia y/o adolescencia durante la GCE y el franquismo. No es que estas novelas nunca hayan existido antes -- sólo hay que pensar en las que se escribieron durante la dictadura misma o desde el exilio. Pero estas novelas se han escrito con años de distancia, y muchas veces por escritores que han vivido la mayoría de sus vidas en la democracia. Continúan saliendo porque alguien las quiere leer, y porque alguien tiene necesidad de escribirlas.

Sé que se ha dicho mucho sobre la influencia de factores económicos en el mundo editorial, pero soy de los que creen que la profusión de representaciones culturales - si sean literatura, filmes, fotos, instalaciones, etc. - sobre el tema de la guerra, el franquismo y la memoria histórica - trata de llenar un vacío en el discurso y la política públicos y no sólo tiene que ver con el dinero. Los libros están "pidiendo" que alguien los lea, y no sólo que los lea, sino que interactúe con ellos y los entienda como efecto o síntoma de lo que aún no se ha resuelto -- o, si se prefiere, "curado." En términos psicoanalíticos, estos libros serían los síntomas literales de una sociedad que aún no hubiera sabido articular o presentar una versión "objetiva" de su pasado -- una historia "en común," dirían algunos. Es decir, los libros de la guerra existen porque hacen falta. En Estados Unidos, podemos apuntar la década de los 80, que era la de películas dedicadas a los fantasmas de la guerra de Vietnam: Platoon, Born on the 4th of July, Rambo, Deer Hunter, Apocalypse Now, Coming Home, etc. Yo era niña cuando salía la mayoría de estas películas, pero ahora, después de haber estudiado tanto el tema de la memoria, las puedo ver como una manera de hablar sobre lo reprimido.

Es cierto que situar a un niño como narrador de una historia traumática es una técnica común en muchas narrativas sobre la guerra. Pero en España debemos considerar el contexto actual: todo lo que se está diciendo últimamente sobre los "niños del exilio" y los niños robados del franquismo. Además, como hemos visto en tantas ocasiones, ahora son los hijos y nietos que han asumido la labor de contar la historia de sus padres y abuelos, y muchas veces, esa es una historia que no se ha contado nunca. No sé cómo Eiroa aborda el tema del franquismo en su novela -- un artículo dice que el autor "no quiso centrarse en el hecho histórico" -- pero quizá utilizar a un niño narrador permita otra lectura de esta época.

Volviendo al principio de este post, puedo decir que una de las razones por las cuales no me ha gustado tanto la novela de Muñoz Molina como la de Millás tiene que ver con la perspectiva / el lenguaje que el primero adopta en su narración. Me acuerdo de haber leído pensando, "esta no es la voz de un niño, sino la de un escritor establecido escribiendo poéticamente como si fuera un niño." Será interesante ver cómo Eiroa maneja esta situación -- siempre es un riesgo escribir una novela de mayores con niños como el punto de enfoque. Aún así, la vuelta del niño del franquismo -- también evidenciada en mucho cine reciente -- se debe examinar cuidadosamente.

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