domingo, 21 de noviembre de 2010

Almudena Grandes en la revista Qué Leer

 De: Qué Leer
Almudena Grandes: la fascinación de la historia

Conversamos con la escritora madrileña sobre “Inés y la alegría” (Tusquets), la primera de las seis novelas que conformarán “Episodios de una guerra interminable”, serie donde aspira a tratar capítulos de la historia de España bastante desconocidos. Es su grano de arena para la recuperación de la memoria histórica.


Texto: Inés García-Albi

Almudena Grandes vive en el centro de Madrid, en una amplia y luminosa casa que perteneció a Augusto Martínez de Olmedilla, famoso dramaturgo de los años veinte del siglo pasado, y que se terminó de construir poco antes del 14 de abril de 1931 (día en que se proclamó la II República). Un edificio que todavía conserva como una joya su viejo ascensor de madera, con su banco de terciopelo que al subir los últimos pisos tiembla, seguramente por los achaques propios de la edad. Es, podríamos decir, una casa respetuosa con su memoria histórica.

Antes de tocar la puerta del piso donde la autora madrileña comparte vida con el poeta Luis García Montero, me siento ya como en casa. Por casualidades de la vida he pasado muchos días y noches en el mismo edificio en el que vive Almudena, así que tengo la sensación de que será un encuentro amistoso. Es 16 de junio. La Roja se estrenaba contra Suiza y no fue su mejor día, ya se sabe. En casa de los García Montero Grandes se espera la visita de varios amigos para disfrutar del primer encuentro del Mundial. Les gusta recibir. La casa es amplia, la tele grande y a Almudena le encanta arremangarse y ponerse a los fogones para dar de comer a la tropa de amigos y familia, pero antes le toca ponerse al aparato con la primera de una larga serie de entrevistas con motivo de la salida de Inés y la alegría, primera novela de las seis que conformarán unos Episodios de una guerra interminable a la manera de los de su admirado Benito Pérez Galdós, al que descubrió un verano de su juventud. Fue uno de los responsables de su vocación de escritora, un oficio que le ha dado muchas satisfacciones desde que publicara en 1989 Las edades de Lulú, con la que ganó el Premio La Sonrisa Vertical y que le ha permitido vivir haciendo lo que a ella le gusta: escribir. Así que no es de extrañar que se decidiera a escribir estos episodios nacionales que van desde 1939 hasta 1964 en una especie de homenaje a Don Benito y rescatando hechos poco conocidos para la mayoría del respetable. Serán seis novelas, así que la autora calcula que tiene trabajo hasta 2017, lo que la llena de felicidad. “Mi marido, que es poeta, no lo entiende, pero la vida que me gusta a mí es estar escribiendo en mi casa con las zapatillas. El poeta viaja mucho más, él es del 27 y yo del 98”, asegura riéndose.

Modelo republicano

El proyecto es ambicioso, un reto. Pero desde que abre la puerta, vestida con pantalón vaquero gris con rayas blancas, camiseta negra y sus zuecos crocs de andar por casa, y conociendo su trayectoria, se da uno cuenta de que a Almudena Grandes no es una mujer que se amilane fácilmente. La voz grave acompaña en esa sensación de que la novelista es una mujer de carácter, de eso que se llama de armas tomar. Mientras la sigo por el pasillo de su casa, pienso que Inés, la protagonista de su novela, también es de este estilo de mujer; mujeres vitales, de las de que no se les caen los anillos, de las que valen para un roto y un descosido, de las que tienen claras sus ideas y sus ideales, de las luchadoras, de las que protegen a su familia, un poco mamás gallina, de las que se apasionan con un tema (las expresiones “me encanta”, “me apasiona”, “me fascina” saldrán muchas veces en la conversación). Se lo comento a Almudena (que, cuando transcribes la entrevista, te das cuenta de que también entra bajo el epígrafe de mujer que habla por los codos) y contesta que será porque ella, como Inés, es también cocinera. Pero no. No es por eso.

“Inés es una mujer caliente, decidida, valiente. En Los aires difíciles cambié de registro. No había vuelto a escribir sobre un personaje de esos. Después de tantas intensidades en las mujeres de mis primeras novelas, me curé a mí misma de tanta intensidad y opté por las frías y calculadoras. Inés, como explicaba a mi editor un poco en broma, es una especie de Lulú en 1936. No tiene nada que ver con el sexo, es la misma atracción por lo desconocido. Inés es también el modelo fabuloso de mujer republicana, que hacía de todo, criaba a los niños, cocinaba, trabajaba, ganaba dinero, un modelo de mujer por las que algunas mujeres contemporáneas sienten rechazo. Inés y sus compañeras son representativas de ese mundo.”, argumenta.

Pero empecemos por el principio de la historia: El ejército de la Unión Nacional Española y la invasión del valle de Arán, Pirineo de Lérida, 19-27 de octubre de 1944. Un episodio de la posguerra española bastante desconocido. Inés y la alegría narra como unos 4.000 hombres entraron por el valle de Arán en 1944 bajo un plan militar bien organizado. El episodio fue borrado de la memoria por unos y por otros. A nadie le convenía darle publicidad. “En esta especie de vorágine por la historia de España que me ha entrado desde hace ocho años, cuando me documentaba para Corazón helado, me di cuenta de que, a pesar de que yo creía que sabía mucho de historia, no sabía nada. Fue entonces cuando me enganché y se ha convertido casi en una obsesión. Estos seis libros son novelas que ocurren en situaciones y época históricas, pero el argumento es de ficción, los personajes son de ficción y los que son reales interactúan en la novela, igual que en Galdós. Uno de los aspectos que más me divierten es que las novelas son independientes, pero comparten personajes; por ejemplo, en esta novela está la protagonista de la tercera y un personaje secundario de la segunda”.

Consigo meter baza. ¿Tienes ya las seis novelas en la cabeza? “Sí, sí, las seis. Siempre escribo a partir de una imagen. En el caso de Inés y la alegría fue una mujer montada a caballo llevando una sombrerera repleta de rosquillas. A partir de la imagen voy tomando decisiones: ¿Por qué esta mujer puede llegar a caballo hasta Arán? Porque está en Lérida. ¿Y por qué lleva rosquillas? Porque es cocinera. ¿Y por qué es cocinera? Porque ha estado recluida en un convento, etc. Es un proceso misterioso, bonito. Empiezo a escribir un libro mucho antes de escribir la primera palabra. ¿Qué ocurre? Que escribir es una aventura siempre y es un acto cargado de emoción, lo que planificas en frío luego puede distorsionarse, pero hay un armazón general que se mantiene. Yo siempre trabajo igual, primero me cuento la historia de los personajes por separado, luego hago una cronología para encajarlos y pienso en el tipo de estructura para contarlo. En esta ocasión, como es una serie, todas van a tener tres partes y un epílogo. En algunas, como en Inés…, hay cuatro paréntesis que te sitúan en el tiempo, te aclaran ideas”, relata Almudena, que se toma un respiro. Breve.

Un pie en el presente
Uno de sus hijos pasa por el pasillo. Da los buenos días. La escritora continúa. “Me ha salido una novela insólita. Nunca he escrito una como esta, nunca había tenido dos primeras personas y dos tiempos verbales a la vez, y nunca había tenido dos niveles. No es sólo la no ficción y la ficción, es también el poder y el nivel de los peones, los que toman las decisiones y los que las sufren, como la vida misma. La ficción es la tropa y la no ficción es el poder; luego la novela está perforada por unos túneles que permiten que desciendan de las nubes los poderosos y se mezclen con los mortales. Me ha salido, desde el punto de vista de la estructura, muy complicada y estoy muy contenta y me hace mucha gracia que, después de tantos años desde que Rayuela fuera mi libro de cabecera, y sin pretender hacer un libro así, haya escrito un libro que se puede leer de tres maneras distintas”, comenta satisfecha.

Se la nota muy contenta con el trabajo realizado y con el que aún le queda por hacer. Ya tiene escrita la segunda novela –sobre la guerrilla en Jaén entre 1947 y 1949– y piensa ponerse a escribir la tercera –sobre la redención de penas y el nacimiento de la resistencia clandestina contra el franquismo en 1949-1950– en septiembre para ir haciéndola durante la promoción de Inés y la alegría, porque “hacer la promo escribiendo es duro, pero sin escribir ya…”, comenta sin perder la vitalidad.

Sabe que tiene mucha suerte con sus lectores. Me cuenta que su amigo Joaquín Sabina siempre dice que ellos dos tienen el mejor público de España, porque les deja hacer lo que quieren. “Y yo les mareo, las mujeres leen más, pero la memoria histórica interesa más a los hombres, al menos ésa es mi experiencia. He aumentado mi base de lectores al cambiar de tema. Me ha pasado algo extraordinario y es que he encontrado un tema. Me ha ocurrido lo que contaba Faulkner, que un día salió de casa, miró su pobre sur y comprendió que allá había un mundo y que nunca podría contar todo lo que pasaba”. Está claro que el tema es la memoria histórica, la recuperación de episodios, hablar de la resistencia, de la guerrilla: “podría estar toda la vida escribiendo sobre la guerrilla porque es un tema que me apasiona, pero me he tenido que dar con la mano”, dice.

Almudena se comprometió con la recuperación de la memoria histórica desde un inicio. “Siempre he sido optimista y estoy convencida de que esta batalla se va ganar y que se impondrá el sentido común. Me resulta muy difícil entender que la gente no se compadezca de 130.000 familias españolas que desde hace treinta años están intentado que les den permiso para sacar a sus abuelos de la fosa común y enterrarlos con su nombre. Ya no es una cuestión política, es un asunto humanitario, de derechos humanos. Sería necesario extender la idea de que no estamos trabajando a favor de la nostalgia, sino a favor del futuro”, asegura para volver a la novela en menos de lo que canta un gallo. “Muchas cosas que están ocurriendo ahora mismo vienen de allí. Y por eso todos estos episodios tienen un epílogo. Nunca había escrito sólo del pasado, todas mis obras tienen un pie en el presente y es la primera vez que carezco de ese pie. Sin embargo, los protagonistas de las novelas desembarcan en 1977 o 78, que es el instante fundacional de la España que estamos viviendo y a la vez una manera de situarlos en el presente”, cuenta.

Pero este primer episodio es mucho más que los hechos históricos, o más que la historia de una invasión militar que casi pudo salir bien. Inés y la alegría es también el relato de tres historias de amor, dos de no ficción (Pasionaria y Francisco Antón, y Jesús Monzón y Carmen de Pedro) y una de ficción (Inés y Galán); es el hecho de cómo algo que no aparece en los libros de historia, como una historia amorosa, puede llegar a provocar estas distorsiones. El estropicio que puede montar una mujer enamorada.

Y, para finalizar, mientras me acompaña por el pasillo, repleto de libros como se imagina una que tiene que ser en una casa donde la literatura es el trabajo y la vocación de los dos cabezas de familia, y leo dos citas (una de Luis Cernuda y otra de Shakespeare) que ha dejado su hija pegadas en la puerta, Almudena me confiesa que a través de esta novela ha logrado hacer una cosa que en la vida no ha conseguido: comprar un cerdo. “Es algo que me apetece mucho y siempre le digo ‘Luis, vamos a comprar un cerdo’, pero él se niega. Siempre me ha tentado la idea de comprar un cerdo entero y yo no lo conseguí, pero Inés sí” [la protagonista da de comer a toda su familia con el animal]. Lo dicho, Almudena no se amilana ante los retos y, si algo no lo consigue ella, ya lo hará alguno de sus personajes.

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