sábado, 9 de enero de 2010

Dos biografías sobre escritores españoles

Han salido dos nuevos libros sobre escritores españoles: el primero nos ofrece una visión de la relación entre García Lorca y Rafael Alberti, y el segundo relata la vida enigmática de Carmen Laforet (el año pasado la hija de ésta, Cristina Cerezales, también publicó su propia versión de la historia de la autora de Nada). Abajo pongo los datos de cada biografía. El artículo sobre el libro de Alberti (después de la descripción breve) es fascinante, especialmente por lo que nos dice de la facilidad con que nuestra memoria se adapta y se afecta, muchas veces inconscientemente, por las historias que nos cuentan otros o por las que nos contamos nosotros mismos, a veces años después de que algo nos ha sucedido.

1. Alberti y García Lorca. La difícil compañía


Autor: Jiménez Gómez, Hilario
Prólogo de Luis García

Federico García Lorca y Rafael Alberti no fueron enemigos. Nada más y nada menos. Creo que ésta es la conclusión que debe valorarse a la luz de los datos que hoy disponemos, gracias a las noticias biográficas, a los diferentes estudios realizados sobre los epistolarios de la generación del 27 y a este cuidadoso libro de Hilario Jiménez Gómez, un libro necesario, clarificador, que ha reunido por primera vez la documentación pertinente, interpretando con admiración, pero con objetividad, las relaciones vitales y literarias de los dos poetas.
[...] Un libro que ordena este panorama ideológico y plantea las cosas en su lugar. Nunca hubo una amistad estrecha entre García Lorca y Alberti, pero sí respeto mutuo y conciencia de intereses estéticos y humanos compartidos. Fueron dos poetas nobles, con ellos mismos y entre sí, y los dos procuraron que la rivalidad de las situaciones literarias no se convirtiera en hostilidad manifiesta. Nada más y nada menos.

368 págs.
Año de publicación: 2009
Lugar de publicación: Sevilla

De: La voz libre

Alberti "terminó creyéndose sus propias memorias", según su biógrafo


Sevilla.- El profesor de Literatura Hilario Jiménez Gómez, que ha biografiado las relaciones personales y literarias de Lorca y Alberti en "La difícil compañía" (Renacimiento), ha asegurado a Efe que cuando se entrevistó con Alberti para este trabajo comprobó que "acabó creyéndose sus propias memorias".

"Alberti mentía mucho, pero inconscientemente" y sus memorias, agrupadas bajo el título de "La arboleda perdida", "las escribió cincuenta años después de los hechos, y eso un escritor de una gran imaginación como fue él", señala Jiménez Gómez, quien pone como ejemplo de inexactitud cómo Alberti contaba que conoció a Lorca.

Según los relatos memorialísticos del gaditano, Lorca le fue presentado por Gregorio Prieto, pero esto no es posible, según el biógrafo, porque se conserva una carta del propio Alberti a Prieto dándole cuenta de que acaba de ver a Lorca.

"Alberti confundía todo, fechas y lugares", asegura Jiménez Gómez, quien tras haber dedicado una tesis doctoral y varios años a investigar las relaciones y el epistolario de ambos poetas, asegura que las cartas que se cruzan Lorca y Alberti son "cartas paladinas, como las que se le escriben a un vecino, vacías".

"Lorca marcó siempre mucha distancia con Alberti, no le gustó nunca; y Alberti hablaba mal de Lorca a sus amigos, como hace por carta a José María de Cossio o a José María Chacón, cuando le llama 'Federica' o le trata con tremenda fobia, o cuando dice del granadino que es 'una niña que coge aceitunas' y que le ha enseñado mucho de botánica".

"Alberti y García Lorca. La difícil compañía" es un libro que aborda los doce años en que ambos poetas se conocieron, desde 1924 a 1936, si bien sólo tuvieron posibilidad de coincidir seis años -cuando Lorca no estaba en América, Alberti se encontraba en Europa- y constata que cuando el granadino fue asesinado "llevaban varios meses sin hablarse".

El desencadenante de este alejamiento final fue que Alberti y su esposa, María Teresa León, trataron de forzar a Lorca para que firmara manifiestos comunistas e ingresara en el PCE, a lo que el granadino se negó con rotundidad, lo que originó una agria discusión entre ambos poetas de la que fue testigo Dámaso Alonso, en Madrid.

Jiménez Gómez también habló con Pepín Bello, quien le constató que Alberti y Lorca nunca fueron amigos, y le aseguró que muchos se apartaban de Lorca por su extremo amaneramiento, una circunstancia que no hacía precisamente feliz al granadino.

El biógrafo de esta "difícil compañía" asegura que sus horas de charla con Alberti en sus últimos años de vida fueron "una experiencia bonita", pero que le reportaron pocos datos "porque se emocionaba; al hablar de Lorca decía 'lo estoy viendo ahora mismo' o aquello de 'tenían que haberme matado a mí en vez de a él'".

"Lo de la Generación del 27 como la 'Generación de la amistad' fue algo que alentaron todos ellos, pero nunca hubo amistad verdadera entre ninguno del grupo", asegura el biógrafo.

Antes al contrario, a Lorca y Alberti los azuzaban sus propios compañeros, desde Pedro Salinas y Jorge Guillén, que se referían a ellos como "gallitos", José Bergamín, que cargaba contra Lorca en cuanto podía, o el padre de todos ellos, Juan Ramón Jiménez, prefiriendo al gaditano.

El poeta Luis García Montero, en el prólogo de esta "difícil compañía", da otra vuelta de tuerca al afirmar: "Federico García Lorca y Rafael Alberti no fueron enemigos. Nada más y nada menos"; y añade: "los motivos de su celebrada cercanía se deben a tópicos de la crítica literaria y a la nostálgica elaboración de una mitología muy propia de la generación del 27".

"La rivalidad a la que se vieron sometidos desde el principio pudo haber tenido, y hubiese sido lógico según otros ejemplos, peores consecuencias", añade García Montero, para acabar su prólogo matizando: "Nunca hubo una amistad estrecha entre García Lorca y Alberti, pero sí respeto mutuo y conciencia de intereses estéticos y humanos compartidos".

2. Una mujer en fuga. Biografía de Carmen Laforet

Artículo publicado en La Vanguardia (9.1.10)

Una biografía de la escritora Carmen Laforet obtiene el premio Gaziel

En 'Una mujer en fuga. Biografía de Carmen Laforet', Anna Caballé e Israel Rolón hablan del único éxito de la escritora: el libro 'Nada', publicado en 1945 | "Hizo lo posible por ningunearla pensando que podía hacerle sombra en el futuro"

IGNACIO OROVIO | Barcelona | 09/01/2010 | Actualizada a las 00:16h | Cultura

Nada es lo que queda tras una ruptura amorosa. O tras una gran novela, en el caso de Carmen Laforet, que tras Nada –publicada en mayo de 1945– dejó un vacío que ha sido una suerte de misterio para la literatura española contemporánea. Escribió cuatro novelas más, un libro de viajes y artículos, pero nunca pudo sustraerse al éxito inmediato y rotundo de su primera aparición. ¿Por qué? Una investigación al respecto –Una mujer en fuga. Biografía de Carmen Laforet– que firman Anna Caballé e Israel Rolón ha ganado el premio Gaziel de Biografías y Memorias 2009, que otorgan la Fundación Conde de Barcelona y la editorial RBA, que publicará en abril la obra.

El galardón está dotado con 20.000 euros y fue concedido por unanimidad por un jurado formado por Borja de Riquer, historiador, Màrius Carol, escritor y periodista, Josep M. Muñoz, historiador, Sergio Vila-Sanjuán, periodista, y Joaquim Palau, editor.

La obra profundiza en la vida de una barcelonesa, nacida en 1923 (y fallecida en el 2004), cuya primera novela marcó un punto de inflexión en la narrativa española de posguerra. No sólo era la obra de una joven de 23 años que demostraba un talento audaz, sino que abría al menos dos brechas: una en la estética literaria de la época y otra generacional, al romper –la protagonista de Nada– con la sordidez del primer franquismo. Nada, además, supuso una ruptura con los tópicos de la novela rosa.

Una de las firmas del libro, la profesora de literatura en la Universitat de Barcelona Anna Caballé, reflexiona acerca del "problema" de triunfar a la primera y no progresivamente. ¿Destruye el talento demostrado para siempre? ¿Condiciona hasta la infertilidad? "No sé hasta qué punto podemos decir que una cosa es mejor que otra. Hay artistas a los cuales el éxito les estimula porque les da un sentido positivo a lo que hacen y les ayuda a pisar más fuerte y a otros los vuelve locos. Pero, en todo caso, a una persona tan joven como era Laforet cuando ganó el primer Nadal no hay duda que la cargó con un peso excesivo".

"La gente –explica Caballé– le escribía, la invitaba a todo tipo de actos, la felicitaba públicamente y sentía una enorme curiosidad hacia aquella joven que había escrito un libro con las entrañas. Cela tuvo muchos celos de Laforet e hizo lo posible por ningunearla pensando que podía hacerle sombra en el futuro. Pero esta autora "nunca se construyó un personaje que mediara entre ella y el público (cosa que sí hizo Cela, por ejemplo). Es un caso muy parecido al de Greta Garbo, huyendo de los fotógrafos toda su vida. Porque la novela, escrita sin la malicia del novelista profesional que sabe, si le conviene, disimular su inspiración, le significó una ruptura familiar. Su padre, sus tíos que vivían en Barcelona, mucha gente que se vio retratada en la novela se molestó con ella. Laforet reaccionó negando el componente autobiográfico (evidente), polemizando cada vez que un periodista señalaba las correspondencias entre su vida y la obra, pero eso la bloqueó porque siendo unamujer, en 1945, su posición era muy vulnerable. Dice Philip Roth que un escritor debe disponer de la fuerza necesaria para resolver este conflicto insoluble y seguir adelante. Pero esa fuerza, ¿cuánta fuerza es? ¿cómo se consigue? Laforet lo intentó y escribió cuatro novelas más, pero sólo fue libre escribiendo Nada".

La biografía resigue los lugares (Barcelona, Roma, Madrid...), personas (su distanciamiento de su esposo, Manuel Cerezales, sus cinco hijos) y entorno (el machismo paternalista, su condición de mujer de clase media, la exigencia literaria) de Laforet y profundiza en aspectos inéditos. La correspondencia analizada –con los editores Josep Vergés, de Destino, y José Manuel Lara, de Planeta– explican una Laforet que no fue ajena ni estuvo explotada por sus editores. "Se ha rastreado –abunda Caballé– la correspondencia de Laforet a sus editores y a sus amigos durante cincuenta años y eso ha permitido reconstruir las circunstancias de su conmovedora historia. En qué condiciones escribe cada una de sus novelas, pero también su desespero cuando ve que los libros no le salen porque empieza a sufrir problemas de concentración y de memoria, crisis de ansiedad que al principio ella procura disimular hasta que le es imposible".

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