Para Vinyes, "considerar la memoria como un deber moral, o considerar el olvido como un imperativo político y civil. . .genera un elemento de coerción, pero sobre todo crea un dilema al plantear la opción entre olvido y recuerdo: ¿Es preciso recordar, o es preciso olvidar?" El problema con esta dicotomía de la memoria y el olvido, según el profesor Vinyes, es que termina limitando la cuestión "a una opción estrictamente individual, y en consecuencia exime de responsabilidad a la Administración, porque la decisión - de olvidar, o de recordar, no importa - queda reducida a la más estricta intimidad por lo que no puede haber actuación pública, tan solo inhibición." Vinyes propone una "política pública," la que intenta definir a continuación:
Una política pública es la combinación de tres elementos: un objetivo, un programa y un instrumento. El objetivo consiste en asumir como patrimonio de la nación los esfuerzos, valores y conflictos que han hecho posible la democratización de la sociedad y sobre los cuales se sostienen sus expresiones institucionales. El programa son las actuaciones diversas destinadas a preservar, estimular y garantizar la transmisión de ese patrimonio. El instrumento es la institución pública que tiene el mandato de garantizar los objetivos, crear el programa y desarrollarlo.Aunque Vinyes trata de delimitar lo que entiende como "política pública," no entiendo del todo cómo imagina implementar tal política en España. Puede que me equivoque enormemente, pero para mí Vinyes está diciendo que hay que involucrar más al Estado en la memoria, y así garantizar un acceso a la memoria pública. Como explica el autor, "una de las funciones de la política pública es garantizar el acceso de la ciudadanía a la confección de la memoria pública." ¿Esto ocurriría por medio de leyes como la Ley de Memoria? ¿Por crear un archivo nacional de la guerra? ¿Un museo? ¿Cómo sería distinta esta política de la que existe actualmente?
Es interesante que Vinyes concluya diciendo que el perdón no es posible, ni tampoco la reparación. Lo que propone Vinyes en lugar de estos conceptos es explicar, reconocer, y asumir por medio de la política pública el daño efectuado por el franquismo Avishai Margalit, en su libro The Ethics of Memory, parece creer en el perdón, pero asegura que sólo es posible cuando se elimina el rencor. Es importante apuntar que este perdón no significa que se olvide del daño cometido, sino del "resentimiento" (en palabras de Margalit, "resentment") que resulta de la injusticia cometida:
I maintain that what is needed for successful forgiveness is not forgetting the wrong done but rather overcoming the resentment that accompanies it. It is like forgetting an emotion in the sense of not reliving it when memory of the event comes to mind. The right model for forgiving, both psychologically and ethically, is the covering-up model, not the blotting-out model. What ought to be blotted out is the memory of the emotion in the sense of reliving it, not in the sense of remembering it. (208)Si la "política pública" necesariamente involucra la política y a los políticos, resulta difícil imaginar cómo los dos partidos principales en España crearían una política satisfactoria en la opinión de una mayoría de la ciudadanía (y carente del resentimiento que señala Margalit). Aquí otra vez se resalta, desde mi punto de vista, lo que es la memoria transgeneracional. Tal vez es mejor decir "trans" en vez de "inter," ya que implica una memoria que intenta pensarse más allá del límite innatural de dos o tres generaciones. O sea, es pensar la memoria del pasado como una memoria del futuro, que sale del ámbito familiar y busca en el colectivo su historia. ¿Está lista España para "asumir" su pasado, en palabras de Vinyes, y mirar hacia esta "memoria del futuro"?
Parecería que el país ha progresado a pasos agigantados en los últimos años para reconciliarse con la memoria de la guerra y del franquismo, pero aún quedan muchos desafíos (por ejemplo, un reconocimiento de los niños robados de madres republicanas, o el caso actual de los descendientes del exilio). Cuando Vinyes habla de reconocer y asumir el pasado, no dice que muchos de los políticos aún se niegan a reconocer abiertamente el pasado franquista y las conexiones latentes de su partido con él. Creo coincidir con el autor en que el reconocimiento del "daño causado por la dictadura" y la irreparabilidad del mismo tiene que ocurrir antes que se pueda asumir una tarea de política pública.
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