Gibson, el destacado historiador, escritor y biógrafo de Lorca, habla en el artículo de la necesidad de excavar la fosa donde se cree están enterrados los restos del poeta junto con tres hombres más (Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas). Como para confirmar el lugar hoy marcado por una placa dedicada a Lorca y otras víctimas de la contienda, Gibson ha apuntado muchas veces la versión de la historia que se le contó uno de los enterradores de Lorca y de los otros hombres. En palabras de Gibson, "Manuel Castilla Blanco estaba convencido, cuando me llevó a Fuente Grande en 1966. . .de haber enterrado a Lorca y a sus tres acompañantes en el sitio que me señalaba al lado de la carretera, junto al olivo que allí sigue hoy."
Como Lorca ha sido el enfoque de varias obras de Gibson, es totalmente normal que este último tenga un interés en que se excave la fosa y se identifiquen (si es posible) los restos del poeta. Por un lado, supongo que cerraría un poco más el círculo biográfico del poeta, pero por otro lado, me parece un poco rara la obsesión por identificar el lugar exacto de la tumba, cuando Gibson no es un familiar del poeta. ¿Qué resolvería si supiéramos que sí, los restos son de Lorca? ¿Lorca es ahora la propiedad pública del estado? ¿Pertenece sólo a la historia? A mi parecer, no mientras que sigan vivos sus descendientes. Hay que respetar primero los deseos de la familia. Pero la cuestión se vuelve más difícil cuando se habla de varias víctimas enterradas en un solo lugar, como suele pasar en muchas guerras y dictaduras.
El asunto es complicado, puesto que los propios descendientes de Lorca al principio no han querido que la fosa se excave, y la nieta de Dióscoro Galindo, sí (la familia de Lorca ahora se ha puesto de acuerdo con la exhumación). En estas situaciones, ¿quién decide a quién enterrar y a quién dejar en la fosa? ¿Es realmente posible que sea "mejor" dejar que los restos de fusilados permanezcan donde los enterraron (y muchas veces, donde los fusilaron) sus verdugos? Según Isaac Rosa, no: "Soy de los que piensan que una fosa no es un sitio digno, por mucha magia que queramos atribuirle al lugar. La fosa es el lugar que sus verdugos eligieron para enterrarlo. Mantenerlo en ella supone respetar la voluntad de sus sepultureros. . ."
Volviendo a Ian Gibson y su editorial. . .es curioso que argumente por desenterrar a Lorca, pero no mencione que los huesos de tres hombres más también pueden estar allí. Para el autor, es gracias al debate sobre la fosa que la ciudad de Granada se ha convertido en "un hervidero de bulos y fantasías sobre las últimas horas de Lorca y la ubicación de sus huesos." Esto es precisamente el problema. Hasta decir la "fosa de Lorca" hace pensar que en ella sólo se encuentra el poeta. Pero que sepamos, no es la fosa de Lorca, sino de cuatro hombres, todas víctimas de una ejecución brutal. Gibson comenta que, en lo que se refiere al debate sobre Lorca "nada de ello me parece positivo para su recuerdo, para España, y para quienes amamos la obra y admiramos al hombre." Otra vez, hay que repetir que el asunto no sólo tiene que ver con Lorca y su legado. Es verdad que la figura de Lorca ha llegado a representar la tragedia de la guerra (tal vez sobre todo para la izquierda y el mundo intelectual y artístico), pero ¿no podría terminar eclipsando miles de otros casos como el suyo? Yo tiendo a coincidir, otra vez, con lo que dice Isaac Rosa:
Estoy seguro de que dentro de doscientos años García Lorca seguirá siendo recordado, leído y celebrado. También se conservará la memoria de su asesinato, convertido en símbolo de la matanza franquista. Lo que no tengo tan claro es si dentro de doscientos años alguien recordará a Dióscoro Galindo, Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. Su memoria no está garantizada por ninguna fundación, ni aparece en los libros de historia. Si siguen en la fosa, su recuerdo dependerá enteramente de sus familiares. Uno de ellos, Arcollas, no tiene ya descendientes, por lo que su olvido llegará antes.
4 comentarios:
Como autor del libro clave sobre el asesinato de Lorca, Gibson tiene cierto interés en perseguir la cuestión. No sé exactamente lo que espera descubrir. La familia de Lorca, descendientes no de él sino de su hermano Francisco (Lorca no tiene descendientes en el sentido literal de la palabras) se ha opuesto a la exhumación por la cuestión del "morbo." Quieren evitar, dicen, que se convierta en espectáculo mediático. Si ahora no se oponen, oficialmente, es porque no pueden detener el proceso. Sin embargo, la confusión acerca de las competencias legales sí ha parado el proceso en este caso. Yo, por lo menos, estoy confundido acerca de estas competencias.
Jonathan,
Gracias por tu comentario. Había escuchado lo del "espectáculo mediático," pero no sabía lo de las competencias legales. Pensé que el caso seguía abierto y en proceso. Por desgracia yo tampoco entiendo todo lo que puedan implicar estas competencias.
Debería agregar un detalle a mi post de ayer, y es que a pesar de que Gibson no mencione en su editorial del 24 de diciembre a las otras víctimas enterradas con Lorca, la nieta de Dióscoro Galindo (Nieves) ha agradecido públicamente a Gibson por ayudar a atraer atención al caso de su abuelo.
Un saludo. No dudes en volver a comentar aquí si te apetece.
Estimada Engrama, partiendo de la premisa que cunetas y fosas no son lugares apropiados para cadáveres de españoles anónimos siendo necesario indentificar a los caídos en ambos bandos, no consideras que la demogagia y el cainismo político ha utilizado de nuevo (otra vez, como el 11-M) el dolor por nuestros seres queridos y la tragedia humana. ¿No huele a lo mismo el protagonismo de jueces estrella y adalides de púlpito o caja de botellines? ¿No te rechina? A ninguno les importa la historia ni nuestros muertos porque fantoches como esos comenzaron a matarlos hace más de setenta años.
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