miércoles, 19 de noviembre de 2008

"Arrugas" de Paco Roca

No soy lectora de los tebeos, pero últimamente, me encuentro leyéndolos más y más frecuentemente. Tal vez sería mejor decir echándolos un vistazo, porque parece que soy más bien tradicional -- aún no me he acostumbrado a "leerlos." Puede ser porque en Estados Unidos nunca ha existido una "cultura" del tebeo como en España.

Mi primera experiencia con los tebeos fue con la gran obra de Art Spiegelman, Maus. Luego me enteré de Carlos Giménez. Luego volví a Spiegelman, cuando salió In the Shadow of No Towers. Entonces supe de Cuerda de presas, de Jorge García y Fidel Martínez. El hilo conductor de todos estos textos es la memoria: la memoria del Holocausto, del 11-S, y de la Guerra Civil.

Hoy me he enterado de Arrugas, una obra de Paco Roca que ha ganado el Premio Nacional del Cómic. Roca afirmó que Arrugas es para la gente que no se siente aficionada a los cómics, como a sus padres. Tengo que admitir que empecé a leer el artículo sobre Arrugas sólo porque vi la palabra "memoria." Después de enfocarme a diario en este término, suelo hacer clic en cualquier titular que lo mencione.

Muy generalmente hablando, Arrugas es un cómic sobre la memoria -- o sobre la pérdida de ella. Sin embargo, en contraste con los tebeos mencionados arriba, aquí la memoria no se refiere a la histórica, a la colectiva, o a otra de las miles de designaciones que hay para este tema. Aquí, Roca aborda el tema del Alzheimer. En la portada del libro se ilustra de una forma magistral la facilidad con que se puede escapar el contacto entre el ser humano y su pasado. Las fotos familiares, también utilizadas en la obra de Spiegelman, representan la frontera entre quienes éramos y quienes somos ahora, pero también señalan lo que pudo haber sido y no fue. Aquí, parecen simbolizar la pérdida de la conciencia del yo. El tren sigue su rumbo, y no hay manera de parar.
En la novela La mitad del alma (Carme Riera, 2004), la narradora, C., explica: "sin la memoria estamos muertos." Este comentario también es algo que ha dicho la autora en una entrevista. La memoria es la identidad.

Por casualidad, en la novela de Riera -- una indagación en la España de la posguerra -- hay también un personaje con Alzheimer. Y en Soldados de Salamina, el filme de David Trueba basado en la novela homónima de Javier Cercas, hay un padre con demencia senil que se olvida de su pasado cuando su hija le pregunta por la guerra. "¿Qué guerra,?" dice, cuando ella le enseña un artículo que ha escrito sobre Antonio Machado. Hasta se olvida de su propia participación en la contienda, aunque su hija estudia una foto en blanco y negro en que el padre escribió un año definido y los nombres de sus amigos.

A pesar de que el cómic de Roca no tenga nada que ver con la memoria de la GCE o el franquismo, no se puede fingir que no exista un discurso de la memoria en España al considerar el tema del libro. Las fotos que se escapan de la cabeza del hombre en la portada pueden servir como metáfora con la que leer la necesidad de "recuperar" las memorias históricas. Porque la memoria autobiográfica y personal se entrelaza con la colectiva, y sin una, no se puede entender la otra.

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