El blog explica así su propósito esencial:
La represión en Madrid llevó a las cárceles a miles de personas. Algunas desaparecieron para siempre y sólo quedó el recuerdo oculto que sus familiares guardaron entre el miedo y el dolor. Sus historias fueron perdiéndose sin que hubiese llegado un tiempo mejor, sin que hasta la fecha haya sido posible rehabilitar sus nombres y su memoria. Timidamente van saliendo a la luz objetos, recuerdos, nombres. Y hoy, no queremos seguir perdiendo la ocasión de conocer nuestra historia, de regalar algo de justicia a quienes sufrieron por defender unos ideales nobles y proclamar la libertad. Este museo es por todos ellos, porque no queremos olvidarles.En la parte de arriba de la página principal del sitio, vemos una foto de lo que parece ser un libro enorme con las hojas desplegadas, encima de las cuales se han pegado fotos, cartas, banderas republicanas, y postales. Bajo el libro, se puede apreciar la parte superior de varias cabezas - personas que contemplan los documentos, como si estuvieran en un museo.
En junio de 2005, fui a la exposición "Los niños del exilio" en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Una vez, en EE.UU., había estado en un museo del Holocausto, pero ésta fue la primera vez que había ido a ver algo relacionado con la GCE. Nunca me olvidaré de ver las zapatillas pequeñas de niños, fotos de niños vascos bailando en Inglaterra para un público extranjero, juguetes rotos, ositos de felpa que también se veían como si hubieran pasado por una guerra. . .Al mirar cada objeto, pensé en su posible conexión, en su origen y su fin, y me costó contener las lágrimas. Una señora anciana (sólo sé que se llamaba "Rosa") me observó apuntando información en un librito y se me acercó para contarme la historia de su esposo, que había sido refugiado en Bélgica. El hombre estaba con ella, pero no dijo nada. No me acuerdo muy bien de lo que Rosa me dijo, sólo que me preguntó si sabía quien patrocinaba la exposición - cuando le dije que la Fundación Pablo Iglesias, asintió, orgullosa. Luego me dijo que el gobierno nunca podría cicatrizar las heridas de aquella época, por cuantas leyes estableciera. . .Me invitó a conversar más por medio de un amigo en la Fundación Pablo Iglesias, pero yo ya volvía para EE.UU. en unos días. Poco después, nos despedimos.
Fueron mis propios estudiantes quienes me habían avisado de la exposición, y la posibilidad de conectar nuestro trabajo de la clase sobre la GCE con algo de tanta resonancia histórica, ética y simbólica re-animó nuestro estudio. Pero el encuentro con los objetos y la charla con Rosa me dejaron marcada. Recuerdo haber tenido la sensación rara e incómoda de haber espiado algo, de haber sido voyeur de una tragedia que nunca podría conocer. Fue entonces cuando creí entender lo que había leído tanto en la teoría de Marianne Hirsch al hablar de la posmemoria.
En su artículo "Projected Memory: Holocaust Photographs in Personal and Public Fantasy," (ver Acts of Memory. Cultural Recall in the Present), Hirsch explica así la posmemoria:
Hirsch especifica que de ninguna manera quiere implicar paralelos entre la experiencia de los que sobrevivieron un evento limítrofe y los que la observan desde lejos (o leen sobre ella, etc.). Pero a mi parecer, el uso de la frase "adopting the traumatic experiences" es problemática por lo qu e podría sugerir (en sus escritos recientes Hirsch modifica un poco estas palabras). Aún así Hirsch avanza su teoría al citar la obra de Kaja Silverman y lo que ésta llama "identification-at-a-distance," lo cual se define por "the ability to say, 'It could have been me; it was me, also,' and, at the same time, 'but it was not me.'" (9).
It is a question of adpoting the traumatic experiences -- and thus also the memories -- of others as one's own, or, more precisely, as experiences one might oneself have had, and of inscribing them into one's own life story. It is a question of conceiving oneself as multiply interconnected with others of the same, of previous, and of subsequent generations, of the same and of other - proximate or distant - culture and subcultures. It is a question, more specifically, of an ethical relation to the oppressed or persecuted other for which postmemory can serve as a model. . . (9.
Hirsch ha centrado su investigación en cuestiones del Holocausto; sin embargo, no hay duda de que esta experiencia de posmemoria - la de apreciar la distancia que une tanto como separa - también se puede entender en el contexto de la GCE. Navegando la red, tenemos acceso a una cantidad enorme de documentos, testimonios, fotos, videos. . .todos archivados en la memoria de internet, en los archivos almacenados en nuestros ordenadores. Pensando en el blog del museo de la memoria republicana, es probable que ese sitio lo vayan a encontrar personas que no tienen ninguna relación personal con la guerra - ¿cómo se define entonces tal experiencia con la posmemoria? ¿Tiene sentido hablar de la posmemoria únicamente en un contexto de familia (en términos de hijos y nietos de un fusilado en la guerra, por ejemplo), o se puede extender el concepto a la experiencia general de ser testigo, como puede ocurrir cuando vemos el blog del museo de la memoria republicana de Madrid?
Creo que estas cuestiones son importantes, pero me dejan preguntándome qué hacemos con la posmemoria. Y otra vez, ¿para quién es la posmemoria? Para Hirsch, parece haber varias maneras de experimentarla. Una es por medio del espectador al considerar una representación del evento traumático (Hirsch cita más frecuentemente medios visuales) y otra es la que se representa dentro de un texto. Por ejemplo, en el blog de la memoria republicana, creo entender que yo puedo hablar de posmemoria en el sentido de mi relación con lo que veo, al igual que lo que veo expresada entre los descendientes y las víctimas en el blog mismo. Pero sin duda, estas dos experiencias no son exactamente lo mismo y hay que tener mucho cuidado de no confundirlas. Es decir, que alguien, cuyo padre o abuelo fue fusilado en la posguerra, va al blog y ve objetos parecidos a los que le pertenecían, no es igual a que yo (que no tengo ninguna conexión personal o directa con las víctimas de la guerra) contemple los mismos objetos.
Todo esto me hace pensar en las diferencias entre un museo virtual y otros museos, sobre todo cuando su colección se basa en contar una historia como la de la GCE y la posguerra. Cuando fui al museo del Holocausto (no el de D.C., sino otro más pequeño y menos conocido), recuerdo que una de las cosas que me chocó fue la interacción que podían tener los visitantes con las imágenes. Se podía elegir ver o no ver. Sin analizar aquí aquella posibilidad, me limitaré a decir que creo que el blog del museo de la memoria republicana hace que la memoria sea un proceso más activo e interactivo - crea su propia comunidad y permite que contribuciones personales ayuden a alimentar la memoria de un público más amplio.
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