En: ElPaís.com
Mujeres víctimas del franquismo
MIGUEL ACEITUNO - Madrid - 06/10/2010
En julio de 1936, mi abuelo era alcalde socialista en Rute (Córdoba). En agosto de ese año asesinaron a mi tío Juan José en una cuneta. Su cuerpo aún no se ha encontrado. En noviembre de 1939 mi padre fue fusilado a los 27 años. Mi madre, que no desempeñaba ninguna actividad política, fue detenida. No fue a la cárcel, pero por roja peligrosa fue condenada a limpiar diariamente las letrinas del cuartel de la Guardia Civil. Para cumplir esta condena diariamente era llevada por las calles del pueblo hasta el cuartel. En ocasiones no lograban llevarla ni a rastras. Cuando esto sucedía, al día siguiente como castigo, para que expulsara el comunismo le hacían tragar un frasco de aceite de ricino. También era amenazada con cortarle el pelo, cosa que le horrorizaba. A la tarde volvía para cantar el Cara al sol y los domingos era obligada a ir a misa.
Mientras pasaba este martirio, mi padre se había entregado en Jaén y le escribía cartas desde la prisión, dándole ánimos para soportar su ausencia que esperaba fuera corta. Ella nunca le dijo el suplicio a que estaba sometida. Tras seis meses de torturas mi padre fue ejecutado. Después de muerto fue indultado. Un hecho terrible para la familia y más para mi madre. No hubo clemencia para ella. Ni el teniente, ni el juez, ni los párrocos del pueblo con tanta influencia, se apiadaron de ella. Su condena no tenía caducidad y se prolongó durante tres años y tres meses. Tras varias hemorragias pulmonares, enfermó gravemente de tuberculosis y un médico le hizo un certificado que pedía su internamiento en un centro de salud. Solo se le eximió de limpiar las letrinas, pero siguió cantando el Cara al sol y los domingos a misa obligada. Dicho certificado obra en mi poder y tiene fecha del 3 de julio de 1942. Unos años después se inventó la estreptomicina y mejoró, pero no llegó a curarse del todo. Después de 70 años aún seguimos buscando los cuerpos de 29 ruteños desaparecidos.
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