En Estados Unidos, para mí es difícil pensar en otro ex-político tan insoportable como Dick Cheney. Como diría una amiga, es "como el Espíritu Santo, está en todas partes." Sólo que no tiene nada de santo. Es de sobra conocido su política de tortura; su manía por recurrir a tácticas del miedo (porque por un rato largo podía contar con el miedo del pueblo para proseguir con su política fascista); su interés perverso en permitir que se fisgue por la información telefónica y electrónica de miles de ciudadanos, sin ninguna razón menos la supuesta protección del terrorismo; su manera, al igual que su compañero vaquero, de manejar asuntos exteriores y domésticos; y de tomar decisiones que históricamente han sido más propias de un Jefe de Estado.
Puede que José María Aznar no tenga nada en común con Dick Cheney; sin embargo, la mente tiende a asociarlos, porque como Cheney, Aznar se niega a jubilarse y está en todas partes. Es casi como si los dos pensaran que siguen en el poder.
Por su parte, Aznar ha dedicado los últimos años quejándose del gobierno actual y de todos los errores que está haciendo, y de los que, nos asegura, no habrían pasado si estuviera gobernando su partido. Una de sus afirmaciones preferidas -- y las de su partido - es que "hay que mirar hacia el futuro, no el pasado." Por eso, durante todo el proceso que llevaba a la aprobación de la Ley de Memoria, no oímos nada de los suyos menos lo de "no hay que abrir las heridas del pasado" o que las exhumaciones no hacían más que fomentar el rencor entre los españoles.
Qué casualidad, entonces, que el ex líder dijera, esta vez en una entrevista en el diario chileno El Mercurio, que el franquismo no ha supuesto "ningún peso en mis espaldas," o que haya sido él que ha dictaminado que la transición democrática chilena ha terminado con la reciente elección del político multimillionario y derechista Sebastián Piñera. Veamos las siguientes citas, sacadas del diario chileno (para que estén en su contexto original):
-¿Piensa que la llegada de Sebastián Piñera a La Moneda pone el fin a la transición chilena?-El triunfo de Piñera pone fin a la transición chilena.
-Aunque Piñera votó por el No en el plebiscito de 1988, en la coalición que lo apoya existen algunos dirigentes que apoyaron o fueron parte del gobierno militar, algo por lo que Piñera fue interpelado en varias ocasiones durante la campaña. ¿Cómo combatió usted el fantasma del franquismo.
-Nosotros no teníamos ningún peso en nuestras espaldas en ese sentido, y estoy convencido que Sebastián Piñera tampoco lo tendrá. Es un contexto histórico superado de modo definitivo y justamente el éxito de la transición democrática en Chile, tal como lo fue en España, radica en saber mirar hacia el futuro.
No extraña que el candidato de la oposición, Eduardo Frei, dijera, después de una visita de Aznar a Chile en septiembre, que "no tienen por qué venir extranjeros a darnos lecciones de lo que tenemos que hacer." A estas alturas todo el mundo sabe cuáles han sido las secuelas en España de una transición con "punto final," o una transición cuyos políticos determinaron que sería mejor no mirar hacia el pasado. A diferencia de España, Chile ha afrontado mucho más rápidamente su pasado dictatorial (desde luego el régimen pinochetista no duró tanto tiempo como el franquista) -- no ha sufrido bajo la misma especie de "pacto de olvido" que España. De hecho, en las últimas semanas hemos visto muchas noticias sobre el Museo de la Memoria, pensado como un lugar para recordar a las víctimas de Pinochet. Como es natural, queda mucho por hacer; aún hay desaparecidos que no se han localizado o identificado por todo Chile. Entonces, ¿la transición se ha acabado? ¿La transición se ha acabado por la instalación de un candidato como Piñera, que ha roto la cadena de presidentes de izquierda en Chile democrático?
Para Aznar, sí. Lo que intenta conseguir es que se perciba una ruptura definitiva con el pasado pinochetista, igual que en España ha operado como si España no tuviera necesidad de hablar más del franquismo. Por supuesto, no ha sido "ningún peso" en sus espaldas -- porque ha hecho todo lo posible para fingir que el franquismo nunca existió. De esa manera, será más fácil para su partido -- no tendrán que existir bajo la sombra de Franco, y pueden guardar la apariencia de ser un partido de cambio, un partido que le interesa "mirar el futuro," no el pasado, un partido democrático como cualquier otro.
Ha de ser claro que "mirar el futuro" -- tan cliché en el mundo político - es un código o un eufemismo para cerrar el libro de historia antes de terminar de contarla -- es, en muchos casos, olvidar el pasado. Por lo menos en el caso citado, "mirar el futuro" exime a uno de responsabilizarse por el pasado; es contar con la ignorancia del pueblo; es tratar con condescendencia a la mismísima gente que se supone va a votar por el partido de uno. Declarar concluida la transición chilena corresponde perfectamente con la política de Aznar en España sobre la memoria histórica.
¿Hay alguna razón que le convenga a Aznar dar por terminada la transición chilena o decir que el franquismo no le pesa? La "cruzada" de Aznar es muy similar a la de Cheney. Los dos no se esconden; de hecho, son personajes más públicos que nunca. Su nueva campaña: ser autores del pasado, y tratar de determinar para todos cuál es la historia que se va a contar "en el futuro." Aunque no sea la del país de uno.
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