miércoles, 24 de junio de 2009

¿Qué está pasando?


Me levanto esta mañana y leo la siguiente noticia en El País - "El Supremo admite otra querella contra Garzón por la causa del franquismo." No me creo qué esto siga pasando! Los grupos ultraderechistas se están riendo de las víctimas del franquismo, del sistema jurídico, y de todos los que pensamos que esto no podría suceder en una democracia. ¿Cómo es posible?

En su libro The Juridical Unconscious: Trials and Traumas in the Twentieth Century (El inconsciente jurídico: juicios y traumas del siglo XX), Shoshana Felman examina dos juicios radicalmente distintos - el de Nuremberg, y el de O.J. Simpson, analizando el vínculo entre el trauma y el derecho, y de cómo se ha mezclado el trauma personal con el público. Clave a su análisis es la idea de la repetición (no extraña que la autora acuda al psicoanálisis aquí, como ha hecho en otros libros) - o sea, cómo es posible que un trauma histórico se repita o vuelva a aparecer enmascarado en otro, hasta en el escenario jurídico. Cita como ejemplo el juicio de O.J. Simpson, que no sólo era el juicio a un hombre acusado de matar a su esposa, sino también un juicio en que se ponía a prueba toda la historia de la persecución racial en Estados Unidos, sin mencionar también la de la violencia doméstica. Es decir, Felman argumenta que el juicio a Simpson -- el trauma infligido en su mujer (el abuso que sufría y luego, el homicidio) y en sus hijos -- removía otras historias que nunca se han resuelto (otros juicios, si se quiere), como la de la violencia racial y de género. El juicio llegó a ser, por bien o por mal, un escenario para retomar cuestiones de raza y de género en la sociedad estadounidense.

De ninguna manera soy experta en Derecho, pero al leer la noticia sobre el Supremo hoy, se me ha ocurrido el libro de Felman por estas razones: sabiendo de qué tipo de grupos provienen las querellas contra Garzón, es interesante pensar el proceso contra el juez como un proceso contra la justicia en sí -- específicamente, para las víctimas del franquismo y sus familiares. Es una querella contra todo y todos los que han luchado por reparar, aunque ya sólo puede ser simbólicamente, las injusticias cometidas bajo el franquismo. Felman explica que mientras que el derecho intenta "contener" el trauma, dicho trauma "reaparece," deshaciendo la separación entre trauma colectivo y personal y transformando procesos legales por su interacción con él (5).

Técnicamente, el proceso contra Garzón se tendría que distanciarse del auto sobre los desaparecidos del franquismo, convirtiéndose en una denuncia contra la llamada "incompetencia" del juez. Es decir, el asunto se convierte en su supuesto acto de "prevaricación," y no es necesario hablar de cuestiones como fosas comunes, niños robados, el incumplimiento de la Ley de Memoria, etc. etc.. Así se enfoca toda la atención mediática en la figura del juez, en vez de las razones por las que preparó su investigación sobre los desaparecidos de la GCE y el franquismo en primer lugar.

Al procesar al juez, se está procesando (o en ciertos casos, re-procesando) a todos los desaparecidos del franquismo y sus familiares. No se puede desconectar el juicio a Garzón de lo que está escrito en el auto preparado en octubre 2008. Procesar al juez es procesar el intento de conseguir "justicia" para las víctimas del franquismo. Menuda burda! De acuerdo con la defensa del juez Garzón, publicada ayer en varios diarios nacionales y regionales, "La resolución que admitió la querella contra Garzón no expresa la aplicación del principio de igualdad ante la ley –de ninguna manera–, expresa un objetivo alineamiento de esos magistrados con los rebeldes y su barbarie. Por eso sostenemos, frente a ellos, que no debía haberse admitido una querella que solo puede calificarse como absurda e irracional."

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