Se puede leer el prólogo y el primer capítulo de este libro aquí. Las fotografías y las imágenes reproducidas en este extracto - especialmente la última - me recuerdan la novela de Juan Marsé, Si te dicen que caí. Es increíble, y sumamente triste, ver cómo se manipulaba la figura del niño, y no sólo desde el lado franquista. Como menciona la autora en su prólogo, desde el exilio también se intentaba "educar" a los niños, como en el caso de la URSS, bajo la tutela del padre Stalin:En 1937, una España dividida en dos sufría los efectos de un conflicto que se preveía largo y cruel. Muchos niños padecieron la separación de sus familias y la muerte de sus seres queridos; vieron cómo la violencia y la venganza se adueñaron de sus calles; tuvieron que hacer frente a la escasez de alimentos, a la insalubridad y la enfermedad; vivieron los efectos de los bombardeos... Otros muchos tuvieron que huir. Alrededor de 30.000 niños protagonizaron el primer exilio del pueblo español. Francia, Bélgica, Inglaterra, México o Rusia abrieron sus puertas a los niños españoles.
Este libro reconstruye, setenta años después, la historia de aquellos niños, de los que se quedaron y, especialmente, de los que tuvieron que dejarlo todo para poder sobrevivir y nunca volvieron. Y lo hace a partir de los documentos -cartas, diarios, cuadernos, redacciones y dibujos- que éstos, con sus letras temblorosas e inexpertas, escribieron entonces. Testimonios impresionantes de aquel tiempo convulso en los que ha quedado huella de una historia de encuentros y desencuentros, de pasiones y represiones, de esperanzas y sufrimientos, en la que, por encima del bien y del mal y de las diferencias ideológicas de los dos bandos contendientes, reposa la memoria de unos niños que lo único que quisieron fue vivir en paz y recuperar aquella infancia que la guerra les robó.
Stalin les enviaba hombres, aviones, víveres… Pero, además, ofrecía su amparo y protección a quienes corrían peligro si permanecían en esa España partida en dos. Por eso estaban allí los niños españoles. Porque el pueblo ruso los iba a cuidar mientras sus padres derrotaban al fascismo. Entonces volverían a su casa y a su escuela.
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