domingo, 28 de diciembre de 2008

Cartas desde la ausencia - parte 2 - los niños del exilio

Hay momentos en que parece coincidir de una forma extraña todo lo que estoy leyendo. El 24 de diciembre, en un editorial en El País, Vicenç Navarro escribió de los "niños perdidos del franquismo," subrayando la ausencia de este tema en el imaginario español. Igual que comenta Jordi Soler al principio de la novela Los rojos de ultramar, Navarro empieza su editorial recordando un episodio en el aula de clase que le dejó marcado:
Una de las sorpresas que me encontré a la vuelta de un largo exilio fue el ver que mis estudiantes (gente joven, despierta y curiosa intelectualmente, horrorizados por las barbaridades realizadas por las dictaduras chilenas y argentinas -- tales como el robo de niños de padres asesinados por aquellas dictaduras --) desconocían que todos aquellos horrores habían ocurrido también en España durante la dictadura franquista, incluyendo el robo de niños de madres republicanas asesinadas por el Ejército golpista.
Aquí se puede ver un breve vídeo sobre los niños de los que habla Navarro (un poco caducado, por lo que se refiere al auto del juez Garzón). Habla el historiador y profesor conocido Ricard Vinyes:



La novela que estoy leyendo, Cartas desde la ausencia, no habla de esta situación en particular (por lo menos hasta ahora), pero sí llega un momento en que Carmen, la madre, se ve obligada a tomar la decisión de mandar a sus dos hijos a la URSS. Nos enteramos de esta despedida por una carta que le escribe a su marido Jaume, quien está en el frente:
Mañana partirán hacia la Unión Soviética. Supongo que ése es el lugar que tú hubieras escogido. Les he comprado zapatos nuevos. Madre me ayudó porque a mí no me llegaban los cuartos. Les he hecho dos abrigos con la tela del mío. Creo que allí hace mucho frío y yo no sé si volveré a necesitarlo. Los niños no saben muy bien lo que pasa, les hemos dicho que se van con sus primos y muchos chiquillos más a un lugar donde no hay guerra y les van a dar muy bien de comer. Cuando les conté, Víctor lloraba y repetía que él no quería irse. Andreu preguntó si el barco pasaría por Barcelona para recoger su telescopio. Yo tengo un peso muy fuerte en el pecho. (65)
La novela de Riverola no sólo contiene cartas de los mayores, sino también las de Andreu, que escribe constantemente a su madre Carmen desde su llegada en la URSS. Andreu se encarga de cuidar a su hermano menor, Víctor, y sus cartas se hacen cada vez más comprometidas; muchas veces el niño se despide con un "Viva el gobierno del Frente Popular," o "Salud que venceremos."

Mientras tanto, Jaume escribe a su hermano Ramon desde el frente, habiéndose enterado por la carta de Carmen de la salida de sus hijos. Le pide a Ramon que busque a Andreu y Victor, pero Ramon no es capaz de hallarlos. Hasta ahora, lo que subraya la novela es la imposibilidad de volver a encontrarse la familia. Andreu nunca ha recibido una carta de Carmen, aunque le escribe mucho. Un día se desespera: "Yo te he escrito muchas cartas pero no he recibido ninguna. Me dicen que igual se pierden en el mar o que las quitan los fascistas. Si nos escribes nos envías un retrato porque se me olvida tu cara" (81). Las cartas de Andreu aportan otra dimensión a esta novela, destacando la confusión, el silencio y el miedo desde la perspectiva de un niño. Cuando a Jaume le detienen y encarcelan, es fácil imaginar cómo se rompen los lazos familiares para siempre. Habrá que leer más para saber cómo se evoluciona todo.

He hablado en otro post de este blog de la experiencia de ver la exposición Los niños del exilio en el Círculo de Bellas Artes en Madrid en 2005. Nunca me olvidaré de lo que vi allí, ni de la historia que me contó "Rosa," cuyo marido era un niño exiliado a Bélgica. Ni tampoco me olvido de la historia de una mujer galesa que conocí este año pasado, cuya madre había sido una de los "niños vascos," y cuyo abuelo había muerto en México, antes que terminara la dictadura franquista.

Hoy, en un artículo de El País, he visto una foto de una cola larga de personas esperando pedir la ciudadanía española. La foto fue sacada en La Habana. Por la Ley de Memoria, los descendientes de exilios españoles podrán empezar los trámites para ser ciudadanos españoles. Según el artículo:
La medida que entra hoy en vigor permite a los interesados no renunciar a la nacionalidad anterior, puesto que la española es de origen. Cabe la posibilidad de que los descendientes de las personas que opten a la nacionalidad con la nueva medida también puedan conseguirla.

Es el caso de los hijos menores de 18 años de los beneficiarios, que podrán optar a la nacionalidad española no de origen, de acuerdo con el Código Civil, pero no el de los hijos mayores de edad.
Es imposible saber por cierto cuántas vidas fueron afectadas por el exilio español. Pero lo cierto es que el exilio traspasa generaciones. Los niños, si son los que mencionan Vinyes y Navarro, o los que fueron exiliados a países como la URSS, la Argentina, Cuba, o México, siempre son los que más sufren los efectos de una guerra. Sólo hay que leer el sinnúmero de libros - de ficción y de no ficción - que tratan este tema. Ser niño - especialmente uno que no ha entrado aún en la pubertad - significa no tener la habilidad de interpretar lo que se está pasando, de pensar críticamente. Seguramente hay grandes diferencias, por lo tanto, en los recuerdos de un niño del exilio, y en la gente mayor que también tuvo que huir de España, voluntaria o involuntariamente.

El editorial de Navarro comenta que el documental conocido de Montse Armengou y Ricard Belis, Els nens perduts del franquisme (disponible en YouTube), prácticamente no se ha enseñado en España. Para Navarro, esta ausencia no es casual: "ha sido mostrado en la televisión sólo en Cataluña, en el País Vasco, y en Andalucía (a la 1 de la madrugada). Recientemente se hizo una presentación de una versión abreviada en TV2. Por lo demás no se ha presentado en ninguna otra televisión, sea pública o privada, contribuyendo a los horrores de aquella dictadura cuyo conocimiento es muy escaso en nuestro país. . ."

Ahora que han empezado los procedimientos formales para los descendientes del exilio, quizá este asunto gane más atención en España. Porque los "niños del exilio" ahora tienen nietos que buscan la verdad de quienes son.

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