miércoles, 9 de junio de 2010

Lectura de verano 2: La cena de los generales, de José Luis Alonso de Santos

No suelo leer las obras de teatro -- prefiero verlas en persona, si es del todo posible. Pero por alguna razón, dudo que La cena de los generales, la última obra de teatro de José Luis Alonso de Santos, vaya a estrenarse un día pronto en Iowa. Así que cuando vi el libro (Castalia, ed. de Andrés Amorós) en la biblioteca, sabía que lo tenía que sacar. En septiembre de 2009 copié aquí unos enlaces sobre La cena, y recibimos un comentario de un espectador que se disfrutó mucho en el estreno de la obra en Sevilla. En aquel comentario, me pregunté cómo se manejaba el tema de la guerra civil con un toque cómico, y ahora lo entiendo mejor y espero que esta reseña sirva para abordar esa cuestión.

Para empezar, debo decir que el autor de la obra la ha llamado una "tragicomedia," pero por lo menos uno de los actores principales prefiere decirla "comedia" o "comedia dramática." Yo aún no he tomado una decisión de cómo tildarla -- simplemente, sé que me he divertido mucho leyéndola. Es una obra que despierta un arcoiris de emociones, y verla en persona tiene que intensificar esa sensación.

La cena de los generales es una obra breve, dividida en doce escenas y situada totalmente en el Hotel Palace de Madrid, justo terminada la guerra civil. Para los lectores no españoles de este blog probablemente se deba aclarar que el Hotel Palace fue bombardeado durante la guerra y usado como hospital. Lo que no sabía es que también sirvió de embajada de la URSS (me imagino que ese uso terminó con la guerra), detalle que hace aún más interesante la mezcla particular de cocineros de izquierdas y camareros de derechas en la obra. Pero antes de la guerra, el Hotel Palace era -- y hoy sigue siendo -- uno de los hoteles más lujosos de Madrid. Para daros una idea, para pasar la noche, son 305€, lo cual asegura que nunca pisaré una habitación allí.

La premisa de La cena de los generales es una cena que se debe preparar para Franco y sus generales. Pero esta cena no se puede preparar a menos que se pongan en libertad condicional a los cocineros del hotel, que se encuentran en Ventas y la Modelo por ser de izquierdas. Se establece muy pronto el conflicto: los cocineros, quienes prácticamente se mueren de hambre en la cárcel, tienen que preparar una cena de lujo para los generales. Abajo vemos a los protagonistas, el maître, Genaro, y el teniente, quienes van a estar dialogando a través de toda la obra. Pero esta es una obra en que el escenario está lleno de personajes, porque hay un cocinero especial para todo - verduras, carne, etc. Además, hay un soldado moro, Mustafá, y los camareros, casi todos de derechas. La escena de abajo, que es el fragmento más largo que hay de momento en internet, es la que abre la obra.



La descripción en la escena de arriba, de un Franco omnipresente, me recuerda la descripción tan conocida de Foucault, del ojo panóptico. Y es verdad, porque en esta obra, aunque tarde mucho Franco en llegar, siempre está allí, a la vuelta de la esquina. A pesar de que el director y los actores se han empeñado en recordarnos que esta es mucho más que una obra sobre la guerra civil, tenemos muchas pistas de la contienda y sus secuelas brutales: el chef principal ha sido fusilado, y la chef suplente (Juana) y la cocinera (María) entran con las cabezas rapadas. Todos sufren de hambre - casi lloran de alegría al ver el pan, las verduras y los filetes, y el maître huele el "café café" por primera vez en muchos años. La disparidad enorme entre vencedores y vencidos se destaca aquí por el montón de productos alimenticios que se acumulan en la cocina del Palace, pero hasta el propio teniente admite que tuvieron que amenazar a la gente para conseguir la comida: "A ver si creen que es tan fácil, que salgo a la calle y me lo dan todo así, sin más. No saben lo que ha costado conseguir lo que hemos traído. Y ha tenido que ser por las malas. Hemos ido a las casas, a las tiendas, a los almacenes y nadie daba nada, y eso que hemos dicho que era para Franco; así que hemos tenido que mandar las tropas y cogerlo a la fuerza" (126).

Además de la cena de los generales, hay una trama secundaria en esta obra que añade un elemento muy importante, porque sin esa trama, sólo tenemos un espectáculo de cocina. Esta trama es parte del discurso doble que hay aquí -- por un lado, hay lo que se dice, y luego, lo que se hace. Por la superficie puede parece que unos cocineros presos se ven obligados a preparar una cena a Franco. Pero la obra trata también la dignidad del ser humano, que, enfrentado con lo que puede ser una situación totalmente humillante, tiene que encontrar una manera de reconciliarse con el momento y seguir adelante, porque si no, no podrá sobrevivir. No quiero estropear la obra para los que no la han visto, así que sólo diré que la otra trama tiene que ver con una boda, y que la última escena se titula, "El final casi feliz de esta historia."

En su introducción crítica a la obra, Andrés Amorós ha citado los debates actuales sobre la memoria histórica, aunque es evidente que ni el estudioso ni el director quieren que los espectadores vean en La casa de los generales una especie de comentario social o aproximación a la guerra civil:
Aborda esta vez Alonso de Santos un tema especialmente conflictivo, todavía, para muchos: el de nuestra guerra civil. Su intención, desde luego, no tiene nada que ver con el hecho interesado en remover viejos fantasmas colectivos. Al presentar la obra, en Sevilla, los periodistas le preguntaron, de modo inevitable, sobre su posible cercanía con iniciativas tan controvertidas como la Ley de Memoria Histórica o el empeño del juez Garzón por desnterrar muertos. Aunque estas dos circunstancias no dejan de añadir cierta polémica a la obra, Alonso de Santos de desmarcó rotundamente de ambas. . . (35).
Por un lado entiendo el rechazo que tienen tantos artistas de asociar sus obras con la guerra civil, porque es un tema que tiene la mala fama de ser "caducado" o usado como mecanismo para vender obras. Pero por otro lado desconfío de críticos y artistas -- no importa lo bien conocidos y respetados que sean -- que siempre tienen que abrir su discurso hablando de cómo no leer la obra. Es algo que sólo me hace querer explorar aún más ese ángulo, cualquiera que sea. Yo sí creo que es significativo que Alonso de Santos suela, como explica Amorós, "fijarse en lo absolutamente contemporáneo" (32), algo que no es el caso aquí. Entonces, para mí, pensando en esta obra precisamente en el marco de su contexto histórico, me viene a la cabeza una preguna que para mí, parece normal: ¿qué es lo que Alonso de Santos nos está intentando decir de la guerra civil española (y por extensión, cualquier guerra y su conclusión)?

Creo que hay que apuntar, en primer lugar, la apelación a la comedia y al drama. Todos sabemos que la comedia sirve para hablar de temas serios, pero creo que aquí también es lo que permite que los dos bandos se acerquen (¿un intento por esbozar una reconciliación?). Falangistas y comunistas no exactamente están compartiendo la misma mesa o comida, pero sí comparten escenario. Alonso de Santos también intenta romper con la idea de una izquierda y derecha uniformes, de una historia en blanco y negro, o de buenos y malos. Por ejemplo, hay el caso de un cura encarcelado o del militar al que arrestan en la cocina. Andrés Amorós apunta que los personajes de La cena "mantienen dos valores muy claros: el trabajo bien hecho y la dignidad de cualquier ser humano" (76). Asimismo concluye que a todos les llega un "dilema ética, no político" y añade que "de su respuesta a esa situación depende que se salven o se condenen, en su dignidad de seres humanos" (77).

La cena de los generales es una obra de teatro muy recomendable, y espero que la puedo ver algún día. Son muy memorables la escena de las canciones de zarzuela y la pelea entre camareros y cocineros en la escena 4.

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