De: El Plural
CLARA BOSCH
05/12/2009
La Gota Malaya
La memoria de Jordi Solé Tura somos todos
Ayer, falleció una de las personas más importantes durante la transición a la democracia en nuestro país. Fue militante anti franquista, dirigente del Partido Socialista Unificado de Catalunya (PSUC), diputado en el Parlament, ponente de la Constitución Española y del primer Estatut, concejal del ayuntamiento de Barcelona, Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, Ministro de Cultura con Felipe González, y Senador. A través de este artículo quiero rendirle mi más sentido homenaje.
En enero del año pasado, Jordi Solé Tura recibió un emotivo homenaje, que le rindieron las más de mil personas que se congregaron en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). Ese día, su hijo Albert Solé, presentó el documental que hizo en honor a su padre: Bucarest, la memoria perdida; en el que narra la búsqueda personal que hace Albert –periodista nacido en el exilio en 1962 – por recuperar sus propias raíces, enmarcadas entre un doble exilio. Su padre, Jordi Solé Tura, fue obligado a exiliarse por su militancia antifranquista a finales de los años 50. Luego, tras una vida repleta de experiencias políticas y personales, Jordi inició el camino hacia un nuevo exilio, el interior, de la mano del alzhéimer, y por tanto esta vez, sin posibilidad de retorno.
Para muchos, Solé Tura fue básicamente, su profesor. EL PROFESOR. Ése que todo estudiante desea tener, ése que hace unas clases atractivas e interesantes y enseña en mayúsculas. Ése que en un momento complicado – los años 70 – se atrevía a hablar de catalanismo y de libertad, y habría un horizonte nuevo a toda una generación de alumnos que tuvieron el privilegio de asistir a sus clases de derecho en la Universitat de Barcelona.
Para muchos más, Solé Tura ha sido, y será, un referente político. Por su lucha antifranquista, su militancia en el PSUC – partido por el que fue diputado en Catalunya –, su defensa del eurocomunismo – a partir de la experiencia del mítico Partido Comunista Italiano de Enrico Berlingüer –, su lucha acérrima contra los sectarismos y las visiones anticuadas y conservadoras, y su carácter próximo y nada narcisista, lamentablemente muy alejado de lo que hoy encarnan algunos líderes políticos.
Jordi Solé Tura siempre pensó en colectivo, más allá de algunas cerrazones ideológicas, y aún así, nunca fue infiel a sus convicciones. Cuando en 1983, con el PSUC destrozado por una ruptura interna, algunos miembros de su partido le propusieron que encabezara las listas para Barcelona, él aceptó a sabiendas de que los resultados iban a suponer pérdidas dolorosas para el PSUC, aunque finalmente, consiguió ser concejal de Barcelona. Cuando un tiempo después ingresó en el Partit Socialista de Catalunya (PSC), ninguno de sus ex compañeros pudo sentirse agraviado, puesto que adoptó dicha decisión de una forma totalmente respetuosa hacia el PSUC.
Pero más allá de todo esto, Jordi Solé Tura ha sido un elemento clave para la historia de España. No solo por su lucha política, sino también por su papel fundamental durante el proceso de redacción de la Constitución española, puesto que fue elegido miembro de la ponencia de siete diputados encargados de elaborar el proyecto de la nueva Constitución, que estos días celebra su 31 aniversario.
Como Ministro de Cultura, remodeló la Biblioteca Nacional y el Teatro Real, inauguró el Museo Thyssen Bornemisza en Madrid y el Centro Reina Sofía se convirtió en Museo de Arte Contemporáneo, culminando dicha conversión con el traslado del Guernica. Finalmente, Solé Tura firmó el contrato de venta de la Colección Thyssen al Estado español, que tuvo lugar el 18 de junio de 1993.
Es por todas las razones expuestas por las que quiero rendirle homenaje hoy. Porque aunque soy muy joven y no he podido gozar de verle en todo su esplendor político, o de asistir a sus clases, Solé Tura ha sido, es, y será, una pieza fundamental de nuestra historia.
Del documental Bucarest, la memoria perdida hay una escena que a mí me pareció especialmente emotiva, en la que se reflejan los esfuerzos de Solé Tura por tararear La Internacional. No hay canción en el mundo que defina mejor, a mi modo de ver, a este gran hombre.
Arriba, parias de la Tierra.
En pie, famélica legión.
Atruena la razón en marcha,
es el fin de la opresión.
Del pasado hay que hacer añicos,
legión esclava en pie a vencer,
el mundo va a cambiar de base,
los nada de hoy todo han de ser.
Ni en dioses, reyes ni tribunos,
está el supremo salvador.
Nosotros mismos realicemos
el esfuerzo redentor.
Para hacer que el tirano caiga
y el mundo siervo liberar,
soplemos la potente fragua
que el hombre libre ha de forjar.
La ley nos burla y el Estado
oprime y sangra al productor.
Nos da derechos irrisorios,
no hay deberes del señor.
Basta ya de tutela odiosa,
que la igualdad ley ha de ser,
no más deberes sin derechos,
ningún derecho sin deber.
Agrupémonos todos,
en la lucha final.
El género humano
es la internacional.
Clara Bosch es licenciada en Ciencias Políticas
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