En: Público
El ídolo de los adolescentes se va a la guerra
Mario Casas se mete en la piel de un cabo del bando rebelde en la película 'La mula'
ÁNGEL MUNÁRRIZ - MONTORO (CÓRDOBA) - 24/10/2009 08:00
Con un esguince de segundo grado en un tobillo, Mario Casas salta y se revuelca para evitar los balazos del enemigo sin reparar en la lesión. "¡Valentinilla, Valentinilla!", llama a su mula con la boca llena de hierbajos.
El actor coruñés, de 23 años, tiene ya bastante controlado el acento de Andújar (Jaén) de Juan Castro, el humilde acemilero que se arrastra, sucio y asustado, por los campos andaluces en plena Guerra Civil, convirtiéndose casi a su pesar en absurdo héroe condecorado por el mismísimo general Franco por sus servicios al bando rebelde.
¿Puede La mula, el nuevo filme de Michael Radford, ser un punto de inflexión en la carrera de Casas? El taquillero actor de la serie Los hombres de Paco y las películas Mentiras y gordas y Fuga de cerebros, el ídolo de adolescentes forjado en la factoría de mitos pasajeros de la televisión, responde con toda prudencia, apoyado en la muleta que utiliza durante los descansos del rodaje. "Yo sólo espero que la gente diga: Hostia, mira el chavalito cómo se lo curra haciéndose un hueco", dice. Luego añade: "Tendré parones, seguro. Me lo advierten incluso los más grandes. Pero yo sigo currando y que me quiten lo bailao".
Público asistió el jueves al rodaje de La mula, la adaptación cinematográfica de Michael Radford (Nueva Delhi, India, 1946) de la novela homónima del jienense Juan Eslava Galán. Con casi ocho millones de euros de presupuesto, la cinta se rueda estos días en Las Alcornocosas, una finca en la Sierra Morena cordobesa que el equipo ha jalonado de trincheras y que Reyes Abades ha ayudado a trasladar al frío enero de 1939.
Ganar acentos, perder kilos
Radford botas de agua, gorra y gafas de sol da indicaciones en voz inaudible a Casas, que asiente, afinando el acento y trabajándose el modo de acercarse a la mula, cuyo destino constituye la principal preocupación del cabo Juan Castro, ajeno a bandos e ideologías. "Michael lo dice todo con mucha educación, pero logra trasladarte una exigencia brutal", cuenta Jorge Suquet, que interpreta a un alférez del ejército rebelde con dudas morales.
A su lado está Secun de la Rosa, popular por su papel de locaza en Aída. Secun explica que hay una exigencia del director que le ha costado más que aportarle un acento sureño sin imposturas a su personaje, El Chato, un trasunto paleto de Paco El Bajo, Alfredo Landa en la película Los santos inocentes. "Ha sido peor que me pidiera perder diez kilos", sonríe a medias.
Completa el reparto María Valverde (Melissa P. y La flaqueza del bolchevique), que interpreta a Conchi, la chica de la que se enamora Castro. "Es la guapa del pueblo, lo sabe y se beneficia de eso", explica Valverde.
Hay una opinión unánime en el rodaje: Mario vive ajeno a su fama sus visitas al pueblo, según cuentan, se convierten en correrías de chiquillas para dejarse la piel (y un tobillo) en ponerle carne a su acemilero.
Casas afirma que, en parte porque dejó los estudios a los 16, sabe poco de la Guerra Civil. "Los pobres se comían la guerra y otros comían estupendamente", resume. Cuando acabe el rodaje, se va a "poner con la cultura general". Y con el inglés. "Soy cabezón", advierte. "Si me pongo con algo, creo que puedo conseguirlo".
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