sábado, 6 de septiembre de 2008

Abrir vs. cicatrizar heridas

El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha hablado esta mañana en un congreso del PSM (Partido socialista de Madrid), sobre la "hipocresía" del PP con respecto a la Ley de Memoria y la investigación reciente de Baltasar Garzón en torno a las fosas comunes. Una de las críticas más frecuentes del PP sobre las iniciativas durante el gobierno socialista a hacer frente a la (des)memoria de la guerra civil - la Ley de Memoria Histórica, la retirada de símbolos franquistas, el censo de desaparecidos - ha sido que es un intento de dividir al pueblo español y de reabrir heridas y rencores entre los españoles.

Como informó Carlos Cué el 3 de septiembre ("El PP y los jueces critican a Garzón por 'remover la historia' de la represión," El País), el líder de los populares, Mariano Rajoy, ha afirmado que es "'partidario de no abrir las heridas del pasado, porque no conduce a nada'," mientras Jaime Mayor Oreja, el ex-ministro de Interior de Aznar, ha explicado que la iniciativa de Garzón es un "'disparate'" que sólo representa "'recuperar la peor historia de España.'" Como se sabe, el mismo Mayor Oreja ha hecho comentarios parecidos antes: tal vez el ejemplo más citado (por lo menos en internet) es su pregunta durante una entrevista en La voz de Galicia de 2007, "¿Por qué voy a tener que condenar yo el franquismo?" (ver la versión completa aquí).

Desde los comentarios del 3 de septiembre, el portavoz de los populares, Esteban González Pons, ha contradicho a Rajoy, diciendo que las familias de los desaparecidos tienen "'todo el derecho del mundo' a saber dónde están sus cuerpos" ("El PP ahora apoya que se abran las fosas de la guerra"). Es posible que el desacuerdo aparente entre los del PP de un día para otro subraye las divisiones dentro del partido. Pero lo que enfatiza aún más es el peso que tienen los motivos políticos. No es que la política y la ética no se puedan mezclar. Hablo de la manipulación política de la cuestión ética y humana que representan las fosas y la recuperación de sus restos. Como explica ZP, "la mejor manera [de cerrar heridas]. . .como se hace en cualquier país democrático. . .es que no sea objeto de la confrontación partidista":



Es sumamente interesante observar la forma en que los dos partidos hacen referencia a la imagen de la "herida" para hablar a favor o en contra de la conexión con el pasado. La repitición constante de la frase "no reabrir las heridas" por parte del PP es, en primer lugar, una manera de sugerir que los que desean encontrar, identificar y enterrar a sus seres queridos no tienen derecho a sentir esas heridas. Pero aún peor es la sugerencia que esas heridas las causó o está causando una minoría selecta de gente rara - que se está haciendo daño a sí misma.

Está claro que para el PP, "reabrir las heridas" significa mirar hacia atrás, lo cual implicaría, entre otras cosas, recordar a la gente de la encarnación original del partido como la Alianza Popular fundada por Fraga y amigos. "Reabrir las heridas" significaría (significa) también investigar por qué hay heridas, quién las causó, y qué pasó que hasta ahora no se han podido cicatrizar. Los comentarios del PP revelan una falta de respeto total para con la gente que ha sufrido estas pérdidas. Es adoptar un aire paternalista y condescendiente sobre el trauma personal o familiar de otros. Es decir: entendemos mejor que Uds. lo que necesitan, lo que sienten, lo que deben de sentir.

No digo que el PP sea dictatorial; sin embargo, la especie de comentarios que deja saltar alude a la clase de creencias que construye una dictadura: mandando emociones, intentando controlar la memoria del pasado para que sólo exista una versión oficial de la Historia. El partido realmente parece ser un partido derechista pos-dictatorial dedicado a borrar las huellas de su propio pasado - por eso, los comentarios del tipo, "hay que mirar hacia el futuro, no al pasado." Por eso, el miedo a que se toque el tema de la Constitución de 1978, o que se critique el proceso de transición a la democracia.

Lo expresó bien Isaías Lafuente en el prólogo al libro de Emilio Silva, Las fosas de Franco: "¿Puede un país democrático permitir que miles de ciudadanos asesinados como animales por un régimen dictatorial permanezcan enterrados al borde de las cuneta? ¿Puede soportar que eso suceda mientras quien amparó y propició la matanza descansa bajo el altar mayor de una basílica cristiana? La respuesta es tan evidente que casi ofende hacer la pregunta."

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