Recuerdo que, cuando aún cursaba mis propias asignaturas, di una clase de literatura española en que había un joven español. Ahora veo este episodio como un error pedagógico, pero cuando llegó el momento de hablar de la guerra civil (un tema que surgía en muchas obras que leíamos), le pedí que nos preparara un resumen breve de ella -- sus protagonistas, sus ideologías, etc. Le dije que tratara de evitar compartir su propio punto de vista (que, ahora que lo pienso, era bastante de derechas), y que simplemente nos presentara con los datos básicos. Ahora reconozco que esto es algo que bien podría haber hecho yo, pero quizá, por no ser española, contaba con el conocimiento de este chico.
Una de las cosas que recuerdo del momento es que, cuando el chico empezó a hablar del PP y del PSOE, el resto de la clase tendía a identificar a los dos partidos como si fueran republicanos y demócratas de Estados Unidos. Era la etapa de Bush, y parece que todos buscaban dividir a todos en dos (el lema conocido de Bush era "con nosotros, o contra nosotros"). El joven español nos dijo que las peleas y las críticas que se intercambiaban entre republicanos y demócratas en EE.UU. no eran nada comparadas con las que había entre peperos y socialistas. Puede que no sea cierto, pero muchas veces, al leer la prensa española, pienso en esta observación del estudiante, porque me llama la atención el desdén absoluto que se tienen los dos partidos principales en España. A pesar de algunos casos ridículos de aquí (como el del llamado tea party), no creo que se pueda comparar las relaciones entre republicanos y demócratas con los del PP y PSOE. Dicho eso, sí que hay paralelos significativos cuando viene a hablar del pasado (y creo que este es más bien un asunto de izquierda y derecha en todas partes) y qué hacer con él.
Tradicionalmente, en este país, son los republicanos, igual que el PP, que buscan "mirar al futuro" y no hablar de viejas heridas. Y son los demócratas que, cuando se habla de asuntos de derechos humanos, cuestionan el pasado, buscan justicia y hablan de reparaciones. Al afirmar algo semejante, también establezco un sistema binario no muy productivo con el que leer la política, quizás porque últimamente me siento más cínica que nunca sobre los políticos y sus iniciativas. Pero sí creo que se puede hablar de la llamada de la derecha hacia un pasado mítico. La idea no es mirar cuidadosamente los detalles del pasado, sino evocarlo con un criterio selectivo -- o sea, hace falta una visión mítica del pasado para evadir una indagación abierta y honesta de lo que decimos es "historia." Este pasado mítico busca eliminar conflictos y fomentar la supuesta "unidad" de la nación y su continuidad. En contraste, la izquierda entiende (o incluso depende de) que la "lucha" siempre ha estado presente, y que hay que utilizar el gobierno para resolverla. La derecha desea volver a algún estado orgánico y paternalista, donde la vida era más "sencilla."
En España, la derecha parece mirar al pasado (franquista) sólo si se trata de hablar de la unidad nacional o el estado perfecto de la "familia" tradicional y católica (donde no hay divorcio, anti-conceptivos, abortos o matrimonio gay, por ejemplo); lo que no busca en su mirada atrás es "remover" el pasado -- para ellos, mirar al pasado no significa abordar la injusticia, o la falta de derechos civiles o humanos, porque entonces significaría situarse bajo el objetivo y destruir la ilusión óptica que quieren mantener viva.
En los últimos días, ha habido dos historias en la prensa española sobre la "unidad" del PP y el PSOE con respecto al tema de la memoria histórica. En la primera, que realmente parece ser un paso adelante, leímos de la "unidad al pie de la mayor fosa," cuando el alcalde popular de Málaga, Francisco de la Torre, acudió a la presentación del informe de la fosa del cementerio San Rafael, junto con Begoña Alvarez (PSOE), consejera de Justicia de la Junta de Andalucía. Hoy, el diario Público ha publicado un artículo relacionado -- y bastante extenso y detallado - con el título "Málaga, la exhumación que apoyó la derecha." Como apunta el artículo, "Es la primera vez que un alcalde conservador, Francisco de la Torre, que proviene de UCD, apoya, con gestos y con dinero, una exhumación como esta."
Aunque el ejemplo citado se destaque por lo que dice sobre la buena disposición del partido conservador, no es decir que de la noche a la mañana todo vaya a cambiar con respecto a cómo se manejan cuestiones de memoria histórica. Por ejemplo, en otro contexto, el diario La Haine ha resaltado cómo la aparente "unidad" de los partidos también puede servir para echar tierra al pasado. En un artículo publicado via el Fòrum per la memòria del País Valencià, "PP y PSOE pactan homenajear a los fascista con un monolito sobre una fosa común," leemos cómo, en un acuerdo mutuo entre el PP y el PSOE, se instaló un monolito sobre una fosa con el lema "en memoria de todos los que dieron su vida por la España que creían mejor." Por supuesto, en ciertos sectores, perciben este gesto como algo especialmente impropio del partido socialista. El artículo que denuncia el monolito habla de un "doble juego" por parte del PSOE, que por un lado, promociona leyes como la de la memoria histórica, y por otro lado, pacta con el PP, "para borrar la memoria de todas las personas que cayeron por defender la libertad y el bien común."
A veces parece que el PSOE anda con pies de plomo cuando viene al PP y el tema de la memoria histórica. A mi parecer, por lo menos en parte, se puede echar la culpa a la izquierda por no tomar más iniciativa en la lucha por una justicia simbólica para las víctimas del franquismo. Muchas veces parece que los socialistas se han contentado con la aprobación de una ley, pero no han querido ir más allá para asegurar que se cumpla o que realmente se dirija a las víctimas y sus familiares. Por su parte, el PP ha evitado, vez tras vez, implicarse en este asunto -- típicamente son los que no votan retirar honores o títulos franquistas; no acuden a homenajes; no apoyan la financiación para exhumaciones; inventan querellas contra el juez Garzón, etc. etc. Es como si entendieran que, cuanto menos hablan del pasado, cuanto más tiempo pueden dedicar a su propia agenda, que es olvidar de la existencia del pasado franquista, y al mismo tiempo, invocar el pasado mítico del régimen por su bien político. Incluso después del acto en Málaga del otro día, me resulta difícil pensar que de repente veremos un cambio significativo en cómo el PP se acerca al pasado franquista. Aún así, es un gesto importantísimo que puede preparar el terreno para otros actos similares. Sería genial que la Iglesia fuera próxima en demostrar la solidaridad con las víctimas del franquismo, o que por fin reconociera públicamente las consecuencias de su apoyo al régimen. Pero bueno, siempre se puede soñar....
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