No soy aficionada de los reality. De hecho, los detesto. A pesar de que supuestamente involucran a personas "reales," todo el mundo sabe que lo que vemos en estos programas es una ilusión -- es otro simulacro de la realidad. Y siempre hay "tipos" -- hasta el punto de ser un cliché. No sé cómo serán estas series en España, pero en Estados Unidos hay de todo: desde chefs que tienen que cocinar varios platos en media hora para un jurado de cocineros y críticos prestigiosos, hasta personas obesas que se someten a ejercicios brutales y tienen que ser pesados ante el objetivo, medio desnudos. Hay también programas para mujeres en busca de maridos, hombres en busca de esposas, parejas que intercambian a esposos, niñeras que saben manejar mejor que tú a tus hijos, etc. etc. Nunca pensé, sin embargo, que vería este título: "Un reality ambientado en las aulas del franquismo. Antena 3 prepara El Curso del 63, su nueva apuesta en la que veinte alumnos vivirán en un internado y recibirán la educación propia de la década de los sesenta."
Según un artículo publicado en el Diario Vasco, El Curso del 63 "retrocede en el tiempo para mostrar a la audiencia cómo veinte jóvenes mayores de edad se adaptan a los métodos educativos en los que se formaron sus padres." Para el asesor histórico del programa, Ignacio Elguero, una de las metas del reality es hacer que los espectadores reflexionen sobre "el valor que damos a algunas cosas." Añade que "[n]o se trata de entrar en una guerra generacional, sino de un encuentro entre generaciones." El programa está en pleno rodaje, y se lanzará en septiembre. Aunque se eliminen del Curso del 63 ciertos rasgos notables del aula franquista, en el "instituto" -- el mal llamado y ficticio San Severo --se encontrarán muchos materiales de la época, como facsímiles de los libros de texto. Los participantes vestirán "camisa color crema, pantalones grises, color de la falda de las chicas, y chaleco azul marino con el escudo del centro bordado en el pecho. Todos llevan una corbata azul marino y zapatos negros. Como curiosidad, la ropa interior también es de época." Como es de esperar, a los chicos se les prohibirán los móviles, y tampoco podrán maquillarse o usar piercings.
Aunque no suele ver este tipo de programa, me ha picado el interés por varias razones. En casi todos los reportajes que he visto sobre El curso del 63, apenas hay mención del hecho de que se ambiente durante el franquismo. El enfoque está en los intentos por recrear minuciosamente el ambiente de la época, hasta los detalles más insignificantes, como el citado arriba -- "la ropa interior también es de época." ¿Y qué? Es muy fácil, sobre todo hoy en día con la cantidad de imágenes y vídeos disponibles en internet, reproducir (visualmente hablando) un instituto y unos estudiantes de 1963. Pero es una tarea mucho más ardua, y realmente imposible, abordar cuestiones políticas de la época, por lo menos desde aquel objetivo. Por ejemplo, desde luego se elimina el castigo físico, pero ¿cuáles otros elementos del aula franquista se borrarán? ¿Cómo entrarán en conflicto las imágenes presentadas en la tele, y los recuerdos que uno tiene en la cabeza de aquella época? ¿Qué pasa si la única información que uno tiene de 1963 viene de un programa así? Habrá que esperar a ver cómo es El curso del 63, pero el concepto me recuerda de unos programas emitidos en la televisión pública de Estados Unidos, PBS.
Uno se llamaba "The Frontier House" y se ambientaba en los años 80 del siglo XIX en Montana, en el salvaje oeste americano. Los participantes -- 3 familias de distintas regiones de Estados Unidos -- tenían que vivir como los pioneros, construyéndose una vivienda, sembrando un huerto y tratando de adaptarase a otra época sin el beneficio de avances tecnológicos. Como parece ser en el caso del Curso del 63, los productores se esforzaron por recrear detalladamente "aquel entonces" y los tele-espectadores acompañaban a los participantes mientras que intentaban adaptarase -- a veces con más éxito, a veces con menos -- al nuevo ambiente, lejos de los lujos de la edad moderna.
La idea de aislarnos de un mundo frenético para retroceder en el tiempo -- a una época que se supone que es más fácil y sencilla -- ha sido un tema preferido de la ciencia ficción desde hace siempre. Series como El curso del 63 proponen enseñarnos "cómo era" la vida en determinado momento, para comparar y contrastar la actualidad con el pasado. Me parece un propósito muy admirable, y quizá, necesario. A pesar de las diversas maneras en que estamos "conectados" - los blogs, Facebook, Twitter, los móviles, el email -- estamos cada vez más aislados del uno al otro; se ha hablado mucho del narcisismo de la llamada "generación Z" o lo que se ha denominado despectivamente como "generation ME" (generación "yo"). Se puede apreciar el hecho de que El curso del 63 busca establecer vínculos intergeneracionales y, a la vez, sacar a los jóvenes de sí mismos para que interactúen cara a cara. Pero ¿por qué 1963, y no 1983? ¿Es la decisión de ambientar el programa en 1963 un reflejo de la necesidad de abordar el pasado franquista, de encontrarse con lo que se enseñaba en aquella época? O, ¿es más bien un efecto de marketing, diseñado para atraer al mayor número de tele-espectadores? ¿Es posible que esta mirada hacia el pasado no sea más que un gesto nostálgico, o uno que termina promocionando actitudes apolíticas? ¿Podemos terminar prestando atención al tipo de ropa interior que usaban, en vez de lo que tenían que aprender de España?
Será interesante ver cómo se maneja en El curso del 63 el tema del franquismo - ¿veremos cómo enseñan los profesores? ¿Veremos la información presentada en los libros de texto? ¿Seremos testigos cuando los concursantes/participantes (desconozco si hay el aspecto de concurso en este reality) se hablen de los retos de adaptarse a este ambiente didáctico? Pienso en las palabras de Antonio Muñoz Molina, recordando su adolescencia durante el franquismo: "Franco estaba casi en todas partes, pero también era una figura en gran medida irreal, remota." Este es un recuerdo que no se podrá reproducir, por cuantos toques estéticos se agreguen al decorado.
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